Al cajón de abajo van cayendo las cosas que sobran en los cajones de arriba, las que resbalan por atrás, las que nadie ve o nadie quiere mirar, las que atraviesan la madera, las demasiado chicas para quedarse por mucho tiempo en un lugar, las que se caen de las manos, las que no caben en las categorías de los otros cajones, las que reptan, las que no se cierran, las que duelen, las que no se abren. Por eso el que está con llave en este mueble no es el cajón de arriba, sino el de abajo.
Hay un cajón de la cocina, un cajón, donde van los pedacitos de vela, los corchos, los piolines, las bolsitas, las agarraderas sin usar y los pirulitos esos de plástico que cierran las bolsitas de pan lactal pero que uno amontona ahí por si acaso, como si a uno se le fuera a dar por fabricar pan lactal y uno sabe que sin los pirulos que cierran la bolsa, el pan lactal no es lo mismo.