El primer doblez no sale bien, no insistas. Queda así, desparejo. Hay que arreglarlo con el segundo, hay que esconder esa imperfección porque si no es tarde.
El problema del segundo es el rincón, se arruga por dentro y parece que fuera una ley física que prohibiera el rincón sin arrugas.
Antes del tercer doblez hay que empezar a sentir algo parecido al triunfo, aceptar el reto con energía y rapidez. A partir de ahí ya no importa tanto, la cosa acabará mal por cualquier motivo, y te va a llevar más de un instante decidir si con eso alcanza o si hay que empezar todo de nuevo.
¡Todo de nuevo! Hasta que nos salgan las mariposas de origami con alas tan perfectas que vuelan no paramos.
Qué bueno que reapareciste, Eduardo. Se te extrañaba. Me gustó la metáfora (no puedo evitarlo, para mí casi todo es una metáfora).
Y si tan sólo uno pudiera dejar las cosas así como están, pero el papel ya vino arrugado.
¡Abrazo!
nat: A veces, aunque duela, hay que darse por vencido.
Luisa: Gracias. ¡Pero me niego a que todo sea metáfora!
Entintado: ¿Ves?, con vos estoy totalmente de acuerdo. ¡También abrazo!
Eduardo: yo no dije que todo es una metáfora. Dije “casi” todo.
¡Me niego a que “casi” todo sea una metáfora!
🙂
No te resistas, Eduardo. Las metáforas son tan arteras y ladinas como las enseñanzas.
Eso es cierto. Pero no voy a dejar de resistir, tanto a las enseñanzas como a las metáforas.
Por suerte, a veces podemos aprender a relajarnos… y no resistir… y lo que viene, aunque sea todo aquello contra lo que nuestros padres y nuestros pares nos previnieron… es tan lindo!!!
Por lo visto, Eduardo, las metáforas que vos matáis gozan de buena salud.
🙂