Tendría que juntar
a la del sexto con la del cuarto:
destrucción mutua asegurada
en los cables de teléfono
que llevan a la administración.
Mientras, me adelgazo,
me empetiso,
me desencarno
y así no me ven en el ascensor.
O mejor que el ascensor
no pare en mi piso,
que mi ventana no se vea
desde la vereda de enfrente,
que el seudópodo menor
del rulo lateral
del lóbulo escondido
que el portero me dedica
se haga cenizas.
Y que la del sexto
pida falsas disculpas
a la del cuarto
cuando yo no estoy
cuando yo no me entero
y sean ellas las que reciben
lo peor de los bocinazos.
(Texto de 2014, foto de 2003.)