—Tengo un problema —me dijo por teléfono Anderson Fripp, catador de agua mineral, doctor en hibernación, árbitro de ta-te-tí y escritor de ciencia ficción—. Vino el Azulejista Loco.
—¿El Azulejista Loco? —me asusté: conocía la fama de ese personaje—. ¿Y cómo se te ocurrió llamarlo?
—Me lo recomendó la Orden de los Caballeros Consagrados a la Decoración de la Nada. Dijeron que es el mejor Decorador de Nadas que existe.
Recordé que A. F. había ingresado poco antes en la Orden, y no me extrañó que le hablaran tan bien del Azulejista Loco, un miembro prominente de la congregación. De modo que fui corriendo a la casa de A. F., y lo encontré sentado frente a una pared completamente decorada con azulejos, pero de una manera que solo el Azulejista Loco podía haber imaginado.
—Mirá este lugar —me dijo A. F., señalando un grupo de azulejos cuyo dibujo reproducimos arriba—. Sé que el Azulejista Loco hizo este dibujo con azulejos todos iguales entre sí, cada uno de los cuales tenía una casilla negra, y solo una. Pero los puso tan juntos que es imposible distinguir cómo eran los azulejos, y cómo los ubicó para hacer el dibujo, a menos que uno lo descubra razonando.
No contesté, sabiendo que era mejor dar a los lectores una oportunidad de descubrirlo por su cuenta.
Ojo:
- Los azulejos no son cuadrados.
- Todos tienen la misma forma, pero son reversibles: pueden estar con cualquiera de los dos lados para arriba.
- Están compuestos por casillas enteras. Es decir, los cortes entre azulejos pasan por las líneas del dibujo.
- Dentro de cada azulejo, la casilla negra está siempre en la misma posición.
(En unos días agrego la solución en los comentarios.)