Feria del Libro de Villa La Angostura

Del 17 al 21 de octubre estuve en Villa La Angostura, invitado por la Biblioteca Popular Osvaldo Bayer y Calibroscopio a la feria del libro que hacen allá todos los años. Mi tarea fue conversar con chicos de quinto, sexto y séptimo grado de las escuelas públicas de la zona.

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Así, con este clima, fueron los encuentros. El truco para lograr semejante ambiente fue apropiarme del escenario de la sala donde nos tocaba estar. Visto desde un poco más lejos:

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Escenario iluminado a medias, luces de la sala bajas y, sobre todo, chicos entusiastas y atentos: así cualquiera puede. Fueron ocho grupos diferentes; con cada uno estuve cuarenta minutos. Preparé varios temas: poesía, microcuentos, cómo se hace un libro. Los fui alternando de un grupo a otro. Lo que mejor resultó, de lejos, fue la poesía.

Los chicos de un grupo, luego de la charla, me pidieron que les firmara los brazos, como tatuajes. De entrada me resistí un poco, pero luego compartí la diversión con ellos; al fin y al cabo, en un par de días los brazos les iban a quedar como antes.

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A pocos metros, la feria era un movimiento intenso y constante de chicos.

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Ahí estaban Judith, Santiago, Mercedes. Lo de ellos sí que era trabajo. Luego, en los almuerzos y cenas compartidos, intercambiábamos anécdotas y chistes. También estuvieron Istvan Schritter, Diana Tarnofky, Eduardo Sacheri. Pero el alma de todo era Laura, bibliotecaria de la Osvaldo Bayer, una persona con la que uno se siente mejor solo por haberla conocido. Mención especial para el resto de la gente de la biblioteca; lástima que vivan tan lejos.

El Centro de Convenciones, donde estábamos, es un lugar precioso:

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Claro que también el paisaje es precioso. Los primeros días, las nubes no dejaron ver mucho:

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Pero tuvieron el buen gusto de ir apartándose de a poco:

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Hasta que el sábado, mi día libre para pasear, el clima fue espléndido. Bajamos al lago y almorzamos sentados en un tronco:

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Subí al mirador que está cerca de la entrada del Parque Nacional Arrayanes, ahí nomás:

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(La foto me la sacó otro turista asombrado, de entre las personas con quienes compartí la vista en ese momento.)

El paisaje, desde allá arriba, borra de la cabeza todo lo demás que uno haya traído:

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Gracias a las distintas personas que sacaron las fotos en las que aparezco. Y gracias a Calibroscopio y a la Biblioteca Osvaldo Bayer por haberme llevado. Gracias, gracias. Lo voy a seguir diciendo hasta que me vuelvan a invitar.

Author: Eduardo Abel Gimenez

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