El 9 de septiembre participé en Picnic de Palabras, el encuentro que cada mes hace Selva Bianchi en la plaza Martín Fierro de Buenos Aires.
Durante cada Picnic de Palabras, la gente con chicos que tiene ganas se acerca y comparte lecturas y charla. Así es el panorama habitual (esta foto y las que siguen son de Ani Trebino):
Selva me dijo que esta señora no se pierde ningún Picnic de Palabras:
Tuve tiempo de conversar largo y tendido con Selva:
Y con su marido, el músico Javier Cohen, con quien me hubiera quedado charlando hasta la noche sobre su trabajo con la obra de Aníbal Troilo:
Pero buena parte del tiempo lo pasé leyendo de mis libros. El público era mínimo y excelente. Me gusta leer en voz alta, y muchas veces el mejor público está formado por una sola persona.
Estoy agradecido a Selva Bianchi por la oportunidad; es algo que haría todas las semanas. Y a Ani Trebino por contarme con entusiasmo sobre los pollitos que acababan de nacer en su laboratorio de biología.
Gracias Eduardo por este eco del Picnic, por permitirnos formar parte de los detalles de tu vida social, por haber compartido uno de tus domingos con nosotros. Fue tan pero tan importante escucharte leer parte de tu obra, así tan cerquita, que el hilo continuó más allá de la plaza, como el agua que va llegando a todos los lugares donde ve la posibilidad de hacerse presente, porque tus ojos fueron como la escala cromática de los mapas, como una brújula en medio del océano, como la veleta arriba del tejado, como unos binoculares potentes en el gallinero de un teatro y ahora, justo cuando el año empieza a terminarse, aparece este recuerdo con aroma a yerba y gustito a poesía.
Gracias Eduardo!