Cambié el celular, después de cinco años en que, además, la cámara del anterior andaba con presbicia. Sigo sin ser fotógrafo, y sigo sin tener una cámara profesional. Pero el juguete nuevo se las trae: en cinco años, las cámaras de celulares se convirtieron en una caja de sorpresas. El resultado es que me divierto un montón; no creo que las fotos sean mejores, pero sí más variadas y con posibilidades que no tuve antes. Va entonces una semana de explorar eso.