Los padres de María Imprevista García eran científicos distinguidos, cuyas investigaciones se centraban en el terreno de la reproducción humana. Tras años de desarrollo, lograron lo que la prensa popular denominó “el anticonceptivo perfecto”. Apenas hecho el anuncio, y con la expectativa de demostrar las bondades de su invento, se encerraron para ponerlo a prueba como si se acabara el mundo.
Nueve meses después, tras el nacimiento de María Imprevista, abandonaron sus carreras en la ciencia para dedicarse a la compraventa de electrodomésticos usados.