Autor: Eduardo Abel Gimenez

“Where does a fairy tale go?”

[17/2/2002]

“Where does a fairy tale go after ‘happily ever after?’ For Disney, some might say, to the bank.” (CNN, Disney resurrects classic cartoons.) Además del buen chiste con que empieza, es un atractivo artículo sobre las segundas partes de clásicos de Disney, quiénes las hacen, cómo las hacen, etcétera. Buena información para nosotros, los fans, y quienes tenemos hijos en edad de disfrutar de esas historias (cuando son buenas, claro).

[17/2/2012]

Page not found, as usual. Está en otro lado (y en otros más). Más divertido, pero menos legible: la nota escaneada de un diario, en Google News.

Reportaje a Mario Levrero

[17/2/2002]

Hay un reportaje a Mario Levrero en “La Idea Fija”. Muy interesante para quienes hayan leído al menos algunos libros de él. Está en una actitud particularmente transparente, explicativa. Aunque siguen quedando más y más capas de la cebolla, como es lógico.

(Nota del 30/7/2003: actualicé el link al reportaje. Cambiaron la dirección de la página, una costumbre poco feliz por decirlo suavemente.)

[17/2/2012]

Desde el 2003 la dirección del reportaje a Mario Levrero volvió a cambiar. Link actualizado.

El autor del reportaje, Saurio, aportó dos links en los comentarios. Pero eso fue en 2003. De los dos, el que llevaba a los links de La Idea Fija ya no funciona. Mientras que la dirección actual del blog de Saurio es esta: Las armas del reino II.

Mi primer cuento

[17/2/2002]

No lo puedo creer: encontré una referencia al primer cuento que publiqué en mi vida, cuando tenía quince años.

(Nota del 30/7/2003: ¡la página no existe más! Y en este momento no hay ninguna otra referencia al cuento de la que Google tenga noticia.)

[17/2/2012]

Como avisó Marina en los comentarios, la página linkeada está en la Way Back Machine de archive.org. También encontré un índice del número 12 de Nueva Dimensión, que es donde publicaron el cuento. Acá a la derecha se ve la tapa.

Acabo de escanear el cuento, que en la revista ocupaba cuatro páginas (de la 45 a la 48). Lo reproduzco acá abajo. (Y les recuerdo: yo tenía quince años, y era el año 1969. Por favor, leer de acuerdo con esos datos.)

Tan cerca, tan lejos

Por Eduardo Abel Gimenez.
Revista Nueva Dimensión N° 12, Barcelona, 1969.
La ilustración apareció sin crédito en la página 47.

Sentado en una roca, esperaba. Esperaba el momento en que uno de los dos hiciese algo, se moviese un centímetro, para escapar corriendo o para trabar conocimiento. Esperaba atreverse a mover una mano, no limitándose a hacer vagar la vista desde las extrañas manos al extraño cabello o a la extraña sonrisa del otro, si es que aquello era una sonrisa. Esperaba un movimiento brusco para huir a la nave, que, como un caballo de las estrellas, fiel y particular, aguardaba dócil las órdenes del amo, del único amo posible.

Y mientras esperaba volvían a su memoria los momentos pasados en su caballo mecánico, las estrellas en la distancia, el satélite azul y naranja con atmósfera venenosa que había inspeccionado antes de lanzarse a aquel planeta desierto y gris, casi muerto, casi exánime, casi negro en su caminata sin pies ni manos ni cerebro. Y recordaba su condición de explorador, su capacidad de destruir un mundo si se hacía estrictamente necesario, su derecho a ser recibido gloriosamente a su regreso, con toda pompa y con un discurso del presidente. Porque por algo era uno de los muy pocos Solitarios en esos años; uno de esos que a veces llamamos locos que salían un día hacia cualquier lado, hacia el más allá, hacia donde nada se esperaba que hubiera, abandonados en sus caballos de metal monoplazas, sardinas en una lata a la que quizá ningún abrelatas esperara. Uno de esos, y muy orgulloso de serlo.

Había puesto los controles para aquella manchita verde del suelo, aquel aparente oasis que se hallaba entre mil montañas grises y mil volcanes grises, con un cielo gris profundo y un sol lejano y moribundo. Los mil volcanes estaban en gran actividad, parecía que el núcleo del planeta se mantenía aún demasiado candente, lo que imposibilitaría en el futuro toda colonización que se intentase. Pero de todos modos su rumbo era esa superficie árida y hostil, porque quería ponerse el traje protector y salir de la nave, salir e irse lejos, cruzando montañas y valles, descubriendo lagos o ríos, dando nombre a todo lo todavía no visto por el ser humano, llamando de tal forma aquel pico tan agudo que se veía de tanta altura, de tal otra a la depresión que semejaba un mar cerca del horizonte, y de tal otra al volcán que en ese momento lanzaba su arco iris de espuma.

Pero ¿había logrado todo eso? No, no lo había logrado. Por una vez, tuvo que posponerlo para otra oportunidad, para dedicarse a algo más importante. Bastante cerca de la nave, sin haber tenido tiempo de hacer ejercicios como para desentumecerse, después de haber abandonado el traje protector al descubrir sorpresiv­mente que la atmósfera era una clara y fresca atmósfera de primavera, se topó con aquel ser estrafalario, tan estrafalario que hasta se parecía en algo a un ser humano, aunque lo desmentía en parte su cabello gris y su piel gris, sus manos grises y su sonrisa gris de roca lunar.

Su primer impulso fue escapar, irse de allí para levantar vuelo y no volver nunca más. Pero después pensó y esperó un momento, tratando de descubrir las intenciones de su original anfitrión.

El otro parecía haber hecho lo mismo, parecía haberse movido cautelosamente hacia atrás para luego volver, más cautelosamente todavía, a su lugar de origen, a cinco metros del visitante. Tomó una hierba del sendero de roca viva y la colocó entre sus dientes —tan grises—, mascándola con agrado pero sin quitarle un ojo de encima al ser tan rosado, tan multicolor que tenía delante.

Se había sentado sobre una piedra a esperar, entonces, a esperar lo que le deparara el destino. En ese momento deseó hallarse en la nave, a salvo, comunicándose con Tierra por la Radio de Gran Distancia, enviando los haces radiales a lo largo de cien años-luz hasta el tierno hogar que lo esperaba con los brazos abiertos. Cerró los ojos, pensó en el cuartito que componía toda su residencia a bordo, un cuartito con una curiosa forma de cono; recordó los interminables días en ese cuartito, volvió a abrir los ojos… Y se encontró otra vez sentado sobre una roca, riendo en su interior de la tontería que acababa de hacer, asustado de aquel monstruo semihumano con piel y cabellos y dientes grises que mascaba una sucia hierba gris.

El monstruo se movió un poco: se puso de pie. Él también lo hizo. Curiosamente, no dio media vuelta para correr hasta la nave, no tenía ánimos para hacerlo, sino que se quedó allí, también de pie, con los brazos nerviosamente al costado del cuerpo.

Qué estupidez, pensó, qué estoy esperando. Este ser raro está aguardando que dé el primer paso hacia la amistad, por algo soy el visitante y él mi anfitrión, porque está en su casa y yo vengo de muy lejos. ¿Qué puedo perder, ya que veo que en esta incómoda posición puedo quedarme toda la vida, que hacia la nave no voy a ir, no podré ir?

Tendió la mano derecha, simplemente tendió la mano derecha.

El monstruo soltó la hierba y borró su sonrisa de la cara: estaba asustado. El ser humano se dio cuenta, con lo que se sintió mejor, libre de su inseguridad, al menos en parte.

Y la mano seguía aún allí estática, incapaz de volver atrás o de avanzar otro poco, incapaz de llamar a la mano derecha del monstruo que estaba a cinco metros. El explorador se encontró peor que antes, con una mano ridiculamente colgada del aire. Pero, al fin, la otra mano contestó, el otro ser se dio cuenta. Primero fue un movimiento nervioso, duro, frío, pero luego, al notar que nada ocurría, se intensificó, llegando a ser un avance con las piernas hasta llegar a donde se encontraba el visitante.

Ambas manos se tocaron, pero sólo un décimo de segundo.

Porque el humano se quemó…

…y el monstruo se heló los dedos.

La temperatura del cuerpo de ambos era tremendamente desigual, otra traba para la comprensión. El humano se sintió descorazonado, sintió desfallecer sus recién forjadas ideas acerca de una amistad entre toda la humanidad y todos los congéneres de ese nuevo animal inteligente de la creación.

Otra vez estaban separados, más separados que antes. Uno a diez metros del otro. Los dos sentados en una roca, los dos tomándose su mano derecha con la mano izquierda, solidarizada con el miembro herido.

Pero, al mismo tiempo, estaban más cerca el uno del otro, mucho más cerca que antes: los dos se dieron cuenta de que no había sido una mala intención del otro ser, sino una casualidad, un hecho natural pero impredecible. Y, lo más importante, había sido una realidad el primer movimiento, el primer intento de comprensión.

De pronto, el otro ser cambió de posición: su cuerpo parecía un carrete lleno de hilo. El humano creyó que se trataba de una especie de saludo e intentó imitar su posición, pero le fue imposible: su organismo era muy diferente.

Estaba todavía en el intento cuando sintió un golpe en el cerebro. No en la cabeza, en la parte exterior de la cabeza, sino en lo más recóndito del cerebro, en lo profundo e inexplorado de la mente. Sospechó que el monstruo lo había atacado, pero levantó la vista y lo vio revolcándose con las grises manos en la gris cabeza, profiriendo alaridos, tal como lo estaba haciendo él mismo.

Otra vez había sido imposible el contacto. La idea del monstruo de utilizar sus facultades extrasensoriales había fracasado. Estaban aún más cerca, porque los dos habían demostrado tener interés en un encuentro amistoso, pero al mismo tiempo, volvían a estar lejos, demasiado lejos.

Cuando se acabó el dolor producido por el fuerte golpe de la mente del monstruo, el humano comenzó a hablar, a decir cualquier cosa, a describir el paisaje, para tratar de acostumbrar el oído del otro a esa cháchara interminable de los humanos. Luego de un buen rato de tener al otro boquiabierto ante su gran despliegue repentino, dijo dos o tres cosas con todo cuidado, pronunciando correctamente.

—Soy hu-ma-no —dijo—. Ven-go de la Tie-rra… de a-rri-ba —su dedo índice gesticulaba furioso hacia las nubes grises del cielo. El monstruo movió la cabeza y otra vez se llevó las manos a ella: en un mundo de volcanes casi silenciosos, la charla le hería los oídos. Comenzó a hablar él a su vez, cuando el humano cesó en su intento al ver que era inútil, y lo hizo con un lenguaje musical que contrastaba con el gris de la montaña y el gris del cielo, con unos tonos y una armonía fantásticos.

En lo mejor de su embelesamiento, el humano dejó de oír los suaves sonidos, totalmente desconocidos para él pero bellos, porque rodó un guijarro a la distancia y cortó la delicada voz del monstruo, que era tan baja que casi se perdía en el silencio al salir de su boca.

El humano halló, sin pensar en ello, el por qué había herido con su tonto discurso los finos oídos de su interlocutor.

Era inútil, había que admitir que era inútil. No se habían entendido ni con un apretón de manos, ni por telepatía, ni hablando, ni con gestos o signos. Esto último había sido particularmente infructuoso, porque cuando el humano entregó al monstruo un papel con unos dibujos las manos que lo recibieron eran brasas que lo calcinaron en un abrir y cerrar de ojos, y cuando el monstruo le entregó a él una tablilla vio bailar sobre ella unas grandes letras de fuego ininteligibles que quemaron su cara y sus cabellos, dejándole sin ánimos de seguir intentando nada.

¿Qué otra cosa podía hacer? Se puso de pie una vez más; el monstruo lo miró con atención dispuesto para un nuevo intento, pero él dio media vuelta, levantando un brazo en señal de despedida, ya que si le tendía la mano se la quemaría, si escribía se estropearía el papel, si hablaba heriría los musicales oídos del extraño; y se alejó lentamente, rumbo a su mecánico caballo, rumbo a las estrellas.

El monstruo comprendió. No intentó trabar contacto con la mente del visitante, no intentó ninguna otra cosa. Tampoco le tuvo miedo cuando se alejó dándole la espalda muy, pero muy lentamente, del lugar del encuentro.

“Un fantasma recorre Europa”

[16/2/2002]

“Un fantasma recorre Europa: buuuuuuuuuuuuuuuuu(SH).” Así empieza el artículo de Juan Gelman en Página/12 de hoy.

[16/2/2012]

Link actualizado. El título del artículo es “Borracheras”. Es bastante anterior al comienzo de la guerra de Irak (que empezaría el 19 de marzo de 2003), y sostiene que los aliados europeos de EEUU se oponían a esa guerra anunciada. Aparentemente, en los meses siguientes esa posición iba a darse vuelta.

La vida en Uruguay según Jorge Varlotta

[16/2/2002]

Le pregunté a Jorge Varlotta, por email, cómo es la vida en Uruguay, el primer mundo visto desde acá. Esta es la respuesta:

“Por ahora se soporta, pero hay mucho temor de que todo se vaya al carajo muy rápidamente. La ciudad [de Montevideo] está muy cambiada, para mal, con los excesos del intendente frenteamplista; ha vendido todos los espacios, todo es publicidad y ruido, al menos en el centro. Caminar por 18 de julio puede ser una dura prueba, especialmente los fines de semana, que se transforma en peatonal, y los decibeles en algunos tramos afectan físicamente no sólo los tímpanos sino todo el cuerpo. Hay una falsa alegría de cumbias y candombes, y pequeños grupos que saltan y bailan alrededor de los monos que hacen ruido. El resto de la gente, como siempre en esta ciudad, se pasea con caras largas, especialmente yo.”

En el mismo mensaje, Varlotta comenta dos entradas de esta página:

Una palabra y cómo usarla. Hoy: pejiguera. “Un diccionario viejo da vesicaria, de vesica, vejiga, como origen de pejiguera. ‘Cualquier cosa que nos pone en embarazo’. Esa etimología me resulta más creíble que la que da actualmente el DRAE.”

¿Qué cara tiene Richard Lester, el director de “A Hard Day’s Night” y “Help!”? “Richard Lester prefiere ser recordado por otras películas que las de los Beatles, especialmente aquélla donde Buster Keaton hizo su última aparición (‘Algo gracioso sucedió camino del foro’).” (Los links son míos.)

[16/2/2012]

Nuevo link para la película de Buster Keaton (Wikipedia, en inglés).

Los links a las entradas anteriores llevan a magicaweb.com. Links a las versiones en MW+X (donde agregué los comentarios de Jorge):

Con los años este post recibió cuatro comentarios (uno en 2002, otro en 2007, otro en 2008 y el último en 2011). El primero discute lo que decía Jorge. Ese mismo y otros dos hablan muy bien de Uruguay. El restante es de una persona que pedía información sobre el país, para mudarse allá. (Con lo que quiero decir que Uruguay tuvo, al menos en los muy limitados alcances de la Mágica Web, buena prensa.)

“The man who wasn’t there”

[16/2/2002]

Acabo de ver a Billy Bob Thornton y Frances McDormand en “The man who wasn’t there”, de los hermanos Coen. Es injusto tener que comparar esta muy buena película con joyas como “Blood simple” o “Fargo”.

En setiembre de 2001, Billy Bob Thornton sacó un disco, “Private radio” (el link lleva a la página del disco en Amazon, con comentarios de los clientes).

[16/2/2002]

Una porquería los links. Andan el primero y el último. Para sustituir los demás:

Para colmo, de la película no me acuerdo nada.

“Prestidigitador plastificado” es un googlewhack

[15/2/2002]

“Prestidigitador plastificado” es un googlewhack. Busco las dos palabras juntas, sin comillas, en Google, y obtengo un solo resultado: hay una sola página en ese inmenso catálogo que contiene las dos palabras. Los Dioses de Internet han decidido honrarme con una pequeña revelación. Aquí está la captura de pantalla correspondiente (también se puede ver la versión en tamaño real, mucho más legible.)

Googlewhacking es un deporte para tecnófilos en la Web. En inglés resulta mucho más difícil, porque hay más páginas y los resultados suelen ser más populosos. Algunos googlewhacks recientes incuyen “ambidextrous scallywags”, “squirreling dervishes”, “fetishized armadillo”. Las palabras tienen que estar en un diccionario. Hay un artículo en inglés aquí, y otro en castellano (bastante parecido al anterior) aquí. Dato inquietante: después de publicado, un googlewhack aparece tarde o temprano en Google, y el único resultado se convierte en doble: el original, más la página que señalaba el original.

[15/2/2012]

Por supuesto, “prestidigitador plastificado” ya no es más un googlewhack. Google da “aproximadamente  2680 resultados” para la búsqueda. Lo más gracioso es que los primeros tres, después de los avisos, son las páginas de la Mágica Web:

Y además: cómo cambió Google en estos años.

Los links de arriba en general andan. La excepción es “el artículo en inglés”, que ya no está más. Pero ahora hay un artículo en la Wikipedia (en inglés). El artículo de la Wikipedia en castellano fue borrado el 24 de octubre de 2009 por “idioma incomprensible” (sic).

“La cara de la voz…”

[15/2/2002]

“La cara de la voz…”, me escribe Douglas. “Pusiste en tu diario un par de ‘qué cara tiene Lester (y el inventor de la web)’. Se me ocurrió otro: ‘qué cara tiene el que le pone la voz a una cara’. Soy de los que se quedan leyendo hasta el último de los cartelitos de los créditos cuando termina una película.

“Estoy haciendo mi ‘master’ en Simpsons a partir de un montón de episodios viejos. Hay cuatro o cinco nombres que se repiten, y que suponía que eran los que hacían las voces de los personajes principales. En un episodio (y en ese solo) aparecen, además, los personajes a los que cada actor le presta su voz (en inglés).

“Fui a la Cinemania y me encontré con la primera sorpresa agradable. Julie Kavner (que le da la voz a Marge Simpson y a sus dos hermanas) es la actriz que hace de mamá del niño que sería Woody Allen en Días de Radio. Una actriz que me fascinó en ese papel de judía de barrio bajo casada con un taxista y que, a diferencia de su pequeño hijo, ‘ya tenía la vida arruinada’… Además hace un pequeño papel en Hannah y sus hermanas (la secretaria del guionista de televisón que juega W.A. Cuando él le dice que el hecho de saber que todos nos vamos a morir algún día le arruina la existencia, ella le responde: ‘go to a whorehouse’, andá a un prostíbulo). ¡Brillante! Lo dice además con una voz ronca y medio rea.

“Lamento no tener una vesión en inglés de los Simpson para poder disfrutar de las voces invitadas de Meryl Streep, de Glenn Close, de James Earl Jones (la increíble voz de Darth Vader en La Guerra de las Galaxias), de Kirk Douglas o de Anne Bancroft.”

(Qué coincidencia. Ayer, en Página/12 salió un artículo sobre Humberto Vélez, la voz de Homero Simpson en castellano.) (Los links en la nota de Douglas son agregados míos.)

[15/2/2012]

Muchos links andan bien. El de Julie Kavner no (acá hay uno nuevo). Tampoco el de la nota en Página/12 (el nuevo es este; maravillosamente, lo encontré buscando “Humberto Vélez” desde la página de inicio).

Las vidas secretas de los números

[14/2/2002]

Las vidas secretas de los números. “The authors conducted an exhaustive empirical study, with the aid of custom software, public search engines and powerful statistical techniques, in order to determine the relative popularity of every integer between 0 and one million. The resulting information exhibits an extraordinary variety of patterns which reflect and refract our culture, our minds, and our bodies.” Un programa escrito en Java, que se ve en la ventana del navegador, muestra los resultados de una forma interactiva. Es fascinante. Y peligroso, por la tentación de pasar horas usándolo.

[14/2/2012]

Sigue todo ahí, aparentemente sin cambios desde entonces. Va una captura de pantalla, con la popularidad del número 2012:

Es algo muy raro. Quién sabe por qué puse ese link.

En el mismo rubro (o subrubro, o subsub-), que podríamos llamar “actividades inesperadas de algunos matemáticos”, hace poco apareció un blog de la Mathematical Association of America, llamado NumberADay, en el que cada día hábil presentan un número y algunas de sus propiedades. Pero no el 2 o el 11. La cosa llega a otro tipo de profundidad y locura. Estos son los números más recientes que destacaron: 8331, 822, 534, 135, 312, 710, y así.

Andrija Ilic

[14/2/2002]

Andrija Ilic es un fotógrafo serbio (nacido en Alemania en 1972) que tiene un sitio en la Web con sus fotos. Hay trece galerías que suman cientos de imágenes. Van de los viejos castillos de la región a la crisis de Kosovo, del teatro a la moda, del arte a las personas. El sitio se puede leer en English y en Srpski.

[14/2/2012]

El link no anda más. Al buscar el nombre aparece su propio dominio: andrijailic.com. Hay mucho contenido, pero ya no me entusiasma: fotos chicas, watermarks muy notorios. La fotografía en la Web creció tanto, en todo sentido, durante estos diez años…