
Cuando Batman no terminaba de encontrarle la vuelta a la batiseñal.
Cuando Batman no terminaba de encontrarle la vuelta a la batiseñal.
Hoy me tocó salir en Radar, el suplemento de Página/12, escribiendo sobre el cubo mágico, que cumple 40 años: “Cómo llegué a cubólogo”. Un fragmento:
La primera vez que vi el cubo fue en una nota de un diario. “El entretenimiento que causa furor en Europa”, decía. Pensando cómo malgastan el tiempo los europeos, volví a mi ocupación habitual: los videojuegos.
La segunda vez que vi el cubo fue en casa de una pareja de amigos (habituales compañeros de juegos y dueños de un Atari pionero). “Ah, se lo compraron”, dije, con tono despectivo. “Debe ser fácil”.
Diez minutos más tarde estaba enloquecido, babeando, moviendo las caras del cubo para un lado y otro mientras repetía en voz baja: no puede ser, no puede ser, no puede ser.
Esto pasó a principios de 1981. Estábamos preparados para muchas cosas, pero no para que un objeto articulado nos desarticulara la cabeza.
Mi columna es un apéndice de la columna principal, por Martín Graziano: “Las memorias de Erno Rubik, el hombre que creó el cubo mágico”.
Este año publicamos en Dábale Arroz “El boliche de Alvar Tot”, con columnas inéditas de Mario Levrero. Hoy, Página 12 publica en el suplemento Radar una versión abreviada de mí introducción al libro y dos de las columnas. Online aparece la introducción por un lado, y las columnas por otro. ¡Compren el libro, vamos! Está en unas pocas librerías, y en nuestra tienda online, dabalearroz.com
El señor Jengibre —su nombre verdadero, aunque algunos —quienes no lo conocieron bien, aquellas personas —hombres y mujeres, pero sobre todo mujeres —no la última, la que más lo comprendió —es decir, la que llegó a vislumbrar —solo vislumbrar, porque hay rasgos del ser humano —y hay que decir que, pese a todo, el señor Jengibre —con sus acciones que tanto dañaron al prójimo, que tanto perturbaron —verbo blando, perturbar, cuando habría que usar otros —quebrar, destrozar —como cuando le mintió a Belinda que era hija adoptiva—, extinguir incluso— más agresivos— otras vidas— era profundamente humano— que permanecen ocultos hasta a la gente más cercana— su profunda angustia— y la que le echó ese polvo en el café— porque a los hombres el señor Jengibre casi no se acercaba— que no se dejaron llevar por su personalidad picante— lo duden— murió apaciblemente.
Versión con paréntesis:
El señor Jengibre (su nombre verdadero, aunque algunos (quienes no lo conocieron bien, aquellas personas (hombres y mujeres, pero sobre todo mujeres (no la última, la que más lo comprendió (es decir, la que llegó a vislumbrar (solo vislumbrar, porque hay rasgos del ser humano (y hay que decir que, pese a todo, el señor Jengibre (con sus acciones que tanto dañaron al prójimo, que tanto perturbaron (verbo blando, perturbar, cuando habría que usar otros (quebrar, destrozar (como cuando le mintió a Belinda que era hija adoptiva), extinguir incluso) más agresivos) otras vidas) era profundamente humano) que permanecen ocultos hasta a la gente más cercana) su profunda angustia) y la que le echó ese polvo en el café) porque a los hombres el señor Jengibre casi no se acercaba) que no se dejaron llevar por su personalidad picante) lo duden) murió apaciblemente.
De chico las imágenes astronómicas (fotos, dibujos) me maravillaban. Y dentro de esa fascinación había, y sigue habiendo, un lugar especial para Saturno. Cosa increíble que cuelga en el espacio. Diseño apabullante. Objeto único, diferente de tanta esfera sin gracia en que se convierten los demás astros después de descubrirlo.
En esta galería hay treinta imágenes de Saturno. Las primeras 29 vienen de la fabulosa colección de libros antiguos que tiene Internet Archive en Flickr. La última es la única foto real (aunque trucada) de la colección, y la traje de la NASA. Al pie de cada imagen hay un link a la fuente de donde salió.
¿En qué se parecen un pulpo y un ombú?
Pulpo: Ocean wonders: a companion for the seaside, de William Emerson Damon, 1879.
Ombú: Foto de Teresa Grau Ros, bajo licencia CC BY-SA 2.0.
—Te dije, Fanny. Nada más lindo que pasear por el jardín.
Fuentes: Wall paper for every home, de Sears, Roebuck and Co., 1916; Encyclopédie d’histoire naturelle, de Jean Charles Chenu y Eugène Desmarest, 186-?-187-?
—Me decidí, Debbie. Voy a cortar el árbol.
Fuente: Household stories from the collection of the Bros. Grimm, de Jacob Grimm, Wilhelm Grimm, Lucy Crane y Walter Crane (1922).
—No está mal, Wilbur. Pero, para mi gusto, la cocina es demasiado chica.
Fuentes: The modern home; a book of British domestic architectvre for moderate incomes; a companion volvme to “The British home of to-day”, de Walter Shaw Sparrow y otros (1906); y Encyclopédie d’histoire naturelle; ou, traité complet de cette science d’après les travaux des naturalistes les plus éminents de tous les pays et de toutes les époques: Buffon, Daubenton, Lacépède, G. Cuvier, F. Cuvier, Geoffroy Saint-Hilaire, Latreille, De Jussieu, Brongniart, etc., de Jean Charles Chenu y Eugène Desmarest (186-?-187-?).
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