Categoría: Diario

En qué quedamos

[27/8/2002]

Quedamos en hablar por teléfono para ver cuándo nos encontramos para arreglar el día en que podré visitarlo para que me diga cuando y dónde me va a entregar unos cheques cuya cantidad, monto y fecha son todavía temas que no hemos empezado a conversar.

Rectángulo de luz

[26/8/2002]

Esta mañana, a las siete y media, mirando perdidamente en una dirección que pasaba junto a la cabeza de mi mujer, atravesaba la ventana del living, se extendía a través del centro de manzana y de la línea de edificios bajos que dan sobre Blanco Encalada, una dirección que entraba sin darse cuenta por otra ventana de otro living, de pronto vi un televisor encendido. Era un rectángulo de luz cambiante, mucho más pequeño que la luna pero con más brillo. A esa distancia no pude reconocer nada, no sólo en la pantalla sino en la habitación donde estaba esa pantalla, que para mí resultaba del todo invisible. Pero así y todo era un objeto hipnótico.

Pistas

[24/8/2002]

Las pistas están siempre ahí. Pero yo las entiendo diez años más tarde.

[24/8/2012]

¿Y qué puedo decir diez años más tarde? Las pistas siguen estando siempre ahí.

Cosas que no se hacen

[21/8/2002]

Hay cosas que no se hacen. Irse a dormir masticando un chicle es la más estúpida que se me ocurre en este momento.

Cerca

[21/8/2002]

De noche, en la cama, con los ojos cerrados, las cosas parecen estar más cerca.

Más de seis meses

[20/8/2002]

Hace más de seis meses que empecé este weblog. Ya no cumplo con aquella especie de compromiso, que asumí conmigo mismo al comienzo, de agregar algo todos los días. Pero es cada vez más fuerte la sensación de que sin el weblog me faltaría algo importante, muy difícil de explicar.

Tristeza y misterio

[14/8/2002]

La tristeza por la muerte de alguien que uno ha conocido se hace peor con el misterio de tantas otras personas sobre las que uno no tiene más noticias.

San O’Neill

[7/8/2002]

Hoy es San O’Neill.

[7/8/2012]

Tuve que explorar un poco en Google para ver qué significaba esto, de lo que no me acordaba para nada.

Resulta que Paul O’Neill era Secretario del Tesoro de EE.UU., y por ese entonces vino a la Argentina, donde “señaló que tiene ‘grandes esperanzas’ en el pueblo argentino y que el gobierno de George W. Bush ve con buenos ojos las negociaciones encaradas con el FMI” (La Nación, 7/8/2002. El artículo incluye una tierna foto de O’Neill con dos niños a upa, aparentemente de un comedor infantil en Merlo, que fue a visitar. Lo dicho: San O’Neill.)

Eficiencia

[7/8/2002]

El discado por tonos significó un gran ahorro de tiempo con respecto al discado por pulsos. Ti ti ti tí, tu tu tu tú, y ya suena el telefóno del otro lado.

Tanta eficiencia debía ser compensada de alguna manera, y por eso aparecieron esas máquinas contestadoras que empiezan con algún moco de Muzak, presentan una voz empalagosa que ofrece varias opciones inútiles y prometen la rápida atención de una operadora, para dedicarse un rato más a hundirnos el oído en el pantano pestilente de esa música mientras alguien, en alguna parte, se ríe de la broma que nos están gastando, y luego vomitan más voz de Sucaryl para aclarar que “todos nuestros operadores están ocupados; aguarde un instante por favor; si desea dejar un mensaje, presione la tecla numeral” o algo así, y tentarnos con “para volver al menú principal presione 1”, con lo que la impaciencia nos arrastra a oír por segunda vez las opciones generadas con el mismo criterio que la clasificación de los gatos en la China de los emperadores, elegir cualquier cosa y acabar un rato más tarde cortando con un golpe seco, para tener la oportunidad de volver a disfrutar, una vez más, del velocísimo discado por tonos con que todo había empezado.

Sueño

[6/8/2002]

Van dos mañanas seguidas que me despierto creyendo que acabo de pensar algo para poner en el weblog y no, era sólo otro sueño.