Categoría: Microcuentos 2003

4×4

[5/2/2003]

Después de mucho tiempo, el dueño de esa 4×4 esplendorosa asomó las ruedas apenas por fuera del asfalto y obtuvo la primera manchita de barro. Allí mismo, con la satisfacción del deber cumplido, decidió no lavarla nunca más.

Idea para un relato policial

[24/1/2003]

Idea para un relato policial: el asesino logró entrar en la casa porque el llavero de la víctima era visible en una foto, que el asesino amplió y mejoró digitalmente hasta poder sacar una copia perfecta de la llave que necesitaba.

[24/1/2013]

En algunos sitios (poco confiables) apareció un artículo (con variantes) según el cual “Informáticos de la Universidad de California en San Diego han creado un software que puede duplicar llaves sin la llave original, únicamente con una fotografía de ésta”. No sé, a lo mejor es cierto.

A las 23:59

[23/1/2003]

A las 23:59 se dijo que no podía seguir desperdiciando el día de esa forma.

Por tres

[19/1/2003]

Llegó a tal nivel de stress que debió cancelar todos sus compromisos para los próximos diez minutos.

*

Hundió la cabeza en la pantalla del monitor. Perdió una vida.

*

Iba a poner la otra mejilla cuando recordó que de ese lado tenía neuralgia.

La ciudad flotante

[16/1/2003]

Al amanecer, los barcos pesqueros salen de la ciudad flotante. Algunos tendrán la suerte de volver cargados, hurgando ya en un contenedor de comida de los que lanzan desde grandes cilindros de cultivo que están en órbita.

La ciudad flotante también está hecha de barcos y contenedores, y láminas de plástico, chapas metálicas, aglomeraciones de basura, cualquier cosa con posibilidades de flotar. Hay pocos recursos, y el más difícil es el aire: para cada diez habitantes existen nueve máscaras. Se pelea mucho.

No hay tierra a la vista. La tierra más cercana está a mil kilómetros, en alguna dirección imprecisa. Mejor. Nadie tiene ganas de ver tierra en estos días.

No es muy grande, la ciudad. En realidad es de las más pequeñas, comparada con otras que van a la deriva por el mar. Casi un pueblo: llega apenas a los diez millones de habitantes.

(Cualquier parecido con Waterworld es pura coincidencia. Kevin Costner no tuvo nada que ver con la redacción de este post. Y ahora caigo en la cuenta de que tampoco me dieron doscientos millones de dólares por escribirlo.)

Obediencia

[15/1/2003]

Señaló con el dedo un punto vacío del horizonte y empezó a caminar. Obediente, la soledad lo acompañó.

[15/1/2013]

El séptimo de los textos que se abrieron paso hasta El hilo, el libro que hicimos Claudia Degliuomini y yo.

Los anteriores están acá.

Estas son las páginas correspondientes al de hoy (click para ver la imagen más grande).

El Gran Houdini

[14/1/2003]

El Gran Houdini se hundía rápidamente en un mar con mil metros de profundidad. Llevaba las manos atadas a los pies, los pies atados a la cintura, el cuello atado a las rodillas. Las sogas, a su vez, iban rodeadas por gruesas cadenas de las que tiraba una bola de acero, maciza, con un peso de dos toneladas. Todo, Houdini y las sogas y las cadenas y la bola de acero, bajaba rodeado por una jaula estrecha, un cubo de un metro de lado, hecha con barrotes gruesos y soldados entre sí por expertos insobornables.

—Por fin —pensó el Gran Houdini— una situación de la que no puedo salir.

Y se relajó para disfrutar de la nueva sensación.

Tres cascadas áridas

[13/1/2003]

Clara separó los dedos y dejó caer la arena en tres cascadas áridas.

—No iré —dijo María, paseando los ojos más allá del horizonte.

Adela se tapó la nariz y la boca con la mano, sin poder ahogar la risa que le hacía cosquillas desde adentro.

Clara pisó con rabia la arena caída y deseó volver a tenerla en su poder.

Marta decidió cooperar, pero nadie se fijó en ella.

—Pueden dejar de insistir —dijo María, cruzando los brazos bien apretados contra el pecho.

Adela se sentó en una piedra, todavía sacudida por fenómenos internos.

Marta decidió no cooperar, pero nadie se fijó en ella.

Mientras tanto, Nora caminaba por el borde, con los puños apretados, a un centímetro de caer para siempre.

Cierra la puerta

[4/1/2003]

Cierra la puerta de su casa con llaves, cerrojos, candados, para que nada salga.

[4/1/2013]

El sexto de los textos que se abrieron paso hasta El hilo, el libro que hicimos Claudia Degliuomini y yo.

Los anteriores están acá.

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Espectáculo

[3/1/2003]

Se levanta el telón. El escenario está a oscuras, mientras la platea sigue iluminada. Todos esperan. No pasa nada. A los pocos minutos arrancan las protestas. A la media hora la gente se empieza a ir. Hay gritos, insultos, silbidos. Piden que les devuelvan la plata de la entrada, pero no hay nadie del teatro. Desaparecieron los acomodadores, los boleteros, el personal de seguridad. Llaman a la policía y viene un par de patrulleros para sumar algo de ruido. Intervienen un juez, que termina clausurando la sala, y varios periodistas, que hacen preguntas y toman fotos. Más tarde quedan algunos curiosos, pero ya no hay nada que hacer en el lugar. Cuando los últimos se van, los verdaderos espectadores aplauden sin entusiasmo.