Categoría: Exploraciones

Propiedad Intelectual vs. Resto del Mundo

James Joyce, foto
probablemente en
dominio público

El primer día de cada año se festeja el ingreso al dominio público de la obra de autores muertos setenta años antes. Esta vez es el turno de James Joyce, Virginia Woolf y otros. Es decir que ahora se puede reproducir libremente la versión original de sus libros. La versión original, sin aditamentos, modificaciones, notas, que pudieran haberse hecho después y que siguen teniendo “dueño”. Por supuesto, las traducciones no están incluidas.
Está bien que ahora se pueda bajar el Ulysses (no el Ulises) sin culpa. Pero el dato es irrelevante. El 99,99999999% de la producción intelectual humana sigue atrapado bajo leyes que no están hechas para esta época.
Lo que sigue es un conjunto de observaciones dispersas sobre el estado actual de la “propiedad intelectual” y cómo afecta al mundo.

Portada del Quijote,
dominio público

1.
El Quijote está en el dominio público. En 2004, con motivo del cuarto centenario de la obra, la Real Academia Española hizo una edición especial, con un texto revisado cuidadosamente. Fue un placer leerlo. Pues bien: el texto de ese Quijote, el de la Real Academia, el revisado, no está en el dominio público. No se puede reproducir, ni siquiera sin fines de lucro.
Valga la aclaración para aquietar la corriente de felicidad de quienes piensan en un Ulysses devuelto al mundo.

2.
Pasemos a quienes escriben en el presente.
A muchos autores poco o nada conocidos (como yo) les preocupa la “desprotección” de su obra. En especial, que cualquier sitio de la Web pueda copiársela.
Esos autores están sufriendo el engaño de décadas de propaganda. Lo mejor que le puede pasar a su obra es que se difunda.
Muchos no tienen obra publicada por la que hayan cobrado. Otros sí la tienen, pero sus libros se venden poco, o ya les han pagado por reproducir un texto en una revista y ahora no tienen nada más que cobrar. ¿De qué sirve que la obra esté escondida? ¿Acaso no sería posible que con mayor difusión el próximo libro sea más fácil de publicar comercialmente, gane más lectores, dé más plata? En otras palabras: el autor se pone feliz si alguien lo lee, aunque sea gratis. Pero quiere reservarse del derecho de autorizar a otro la difusión de su obra… aunque sea gratis.
(No digo que cada autor deba subir su obra a la Web y regalarla. Digo que pensemos un poco antes de indignarnos cuando alguien sube una obra nuestra. Muchas veces nos está haciendo un favor.)

Donald por Carl Barks, © Disney

3.
Hay libros, música, películas, todavía protegidos por el copyright, que siguen dando plata. ¡Bien! ¡Que sigan! No me molestaría tanto que El señor de los anillos, la discografía de los Beatles o el pato Donald sigan dando plata por cuatro siglos.
El problema es que, para que esas obras sigan dando plata, se está enterrando todo lo demás.
Imaginen un sistema en el que el copyright no fuera automático, o no se extendiera automáticamente de modo casi indefinido. Imaginen que un heredero de Tolkien, Paul McCartney o el CEO de Disney, para prorrogar sus derechos, tuvieran que decir: “Sí, me interesa que esta obra sea protegida, porque sigo ganando plata.” Ok, entonces, que esa obra siga protegida, y que siga ganando plata. Al mismo tiempo, millones y millones de otras obras, que no dan plata, o que no tienen dueño, o cuyos dueños no se ocupan o no se interesan, esos millones y millones de obras podrían pasar al dominio público sin que nadie perdiera nada. Y haciendo que todos los demás ganemos mucho (aunque no sea en plata).
Hasta ahora la necesidad, o la conveniencia, de los pocos que pueden lucrar con una obra es lo que dicta la ley para todas las obras.

4.
Hay quienes piensan que la liberación de tantas obras al dominio público sería una terrible competencia para las grandes empresas que lucran con el copyright. Eso sería suficiente para que se opusieran a cualquier cambio que no extienda y amplíe el alcance de las leyes.

Ian Anderson,
copyright desconocido

5.
Hace poco se aprobó en Europa una extensión del tiempo durante el cual las grabaciones de audio están protegidas, que era de solo cincuenta años. (Las grabaciones, no la autoría de las obras grabadas, que ya estaba protegida por más tiempo.) Si eso no se aprobaba, las grabaciones de los Beatles pronto estarían por pasar al dominio público. Es decir, se podría hacer una edición propia de un disco de ellos, pagando solo derechos de autor.
Entre los defensores más visibles de esa extensión estuvo Ian Anderson, el frontman de Jethro Tull. Uno de mis héroes de juventud.
Un argumento esgrimido para extender la protección fue que algunas estrellas de rock están envejeciendo y si dejan de cobrar royalties por sus grabaciones se quedan sin ingresos. Lo dijo Ian Anderson, y le hicieron caso.
No se me ocurre mucha gente que cincuenta años después siga cobrando por el equivalente a tocar en un disco. ¿Los actores de cine cobran por sus actuaciones de 1960 (si no tienen un contrato muy especial, que no sé si existirá)? ¿Y los actores de teatro?
Pero bueno, digamos que Ian Anderson y los músicos que lo acompañaron en el maravilloso Stand Up de 1968 merecen cobrar por esa grabación hasta que se mueran. Y que sus hijos, nietos, biznietos y demás también merezcan cobrar. Está bien.
¡Pero que eso no sumerja en la oscuridad a todas las demás grabaciones que se hicieron en el último medio siglo!
¿Qué necesidad hay de que toda grabación existente, hasta la más recóndita y olvidada, quede “protegida”, y por lo tanto no se pueda copiar, reeditar, samplear? ¿No es un precio demasiado caro para que Ian Anderson y compañía sigan cobrando?

6.
Las grandes empresas discográficas y las grandes productoras de cine presionan para que las leyes de propiedad intelectual se hagan cumplir a rajatabla, y también para que se dicten nuevas leyes, más restrictivas. Ejemplos: la ley Hadopi en Francia, la ley Sinde en España, el proyecto de ley SOPA en Estados Unidos. Ok, tienen derecho a defender sus intereses, y los accionistas esperan ganar más plata, bajo amenaza de vender las acciones y pasarse a otro rubro.
El problema es que ese modelo de negocio, válido para ese conjunto de empresas, acaba afectando a toda la producción intelectual, su uso, su desarrollo, su evolución. Que una empresa proteja las películas de Tom Cruise y otra empresa proteja los discos de Britney Spears me parece fantástico. Lo que no vale es que se dicten leyes que repriman a todo el mundo y ahoguen al resto de los productos intelectuales, para que esas empresas se salgan con la suya. En todo caso, habría que pensar en otro método.

Lawrence Lessig
(fundador de Creative Commons)
foto por Joi Ito, licencia CC BY 2.0

7.
Eso ocurre por un lado. Por el otro, cantidades crecientes de escritores, músicos, cineastas y demás han dejado de buscar formas de “proteger” su obra de la copia. Al contrario, están buscando formas de proteger su obra de las leyes de copyright. Para que nadie pueda ir preso, jamás, por copiar su libro, su disco o su película. Para alentar la reproducción, la difusión, el reúso. Para que el mundo vuelva a la normalidad.
Los programadores han logrado una maravilla que todavía no se reproduce en otras ramas del arte: el software open source, de código abierto. Software gratuito, que cualquiera puede usar, modificar, redistribuir. Con el agregado de una condición genial: quien modifica una obra (y no se limita a usarla privadamente) debe distribuir su modificación de la misma manera.
Creative Commons se ha ocupado de llevar el concepto, adecuándolo, al resto de la producción intelectual. Su eficacia está probada, pero sigue muy lejos de compensar el daño que hacen las leyes antiguas y las empresas que buscan hacerlas más antiguas todavía.

8.
El copyright se inventó cuando cualquier copia requería la producción de un objeto físico. Sobre todo, la copia de un texto escrito. La música tardó mucho en recibir esa protección, porque se reproducía ejecutando instrumentos: en todo el mundo, la música popular se transmitía sin pasar por un formato físico, y sin que la ley la alcanzara. La radio, la fotografía, la televisión, el cine, no existían. Y cuando existieron, la ley los fue protegiendo.
Hasta 1970, más o menos, las leyes de copyright solo afectaban a quienes querían lucrar con obras ajenas, haciendo ediciones no autorizadas por los autores. Por ejemplo, obligaba a una editorial a pagarle al autor para editar un libro. De manera que la ley le hablaba a muy poca gente. La copia personal, hecha para uso privado, era casi inexistente: las obras, en general y en la práctica, eran incopiables.
Entonces fueron apareciendo el cassette de audio, la fotocopia, el VHS. Las grandes empresas trataron de limitar esas tecnologías (y la fotocopia todavía hoy sigue despertando grandes inquinas). Pero la gente, en general, siguió con poca necesidad de preocuparse. Todos hicimos por entonces cassettes con antologías de canciones. Todos grabamos una película en VHS. El resultado solía ser deplorable, por la pérdida de calidad que implicaban esas copias.
Internet lo cambió todo, como sabemos. Pero ese cambio drástico tiene un aspecto que pocas veces se describe de esta forma: las leyes de propiedad intelectual pasaron a afectarnos directamente a todos los habitantes del planeta. Como si todos nos hubiésemos comprado una imprenta, una fábrica de discos, una copiadora de negativos. Ya no se trata del imprentero pícaro que saca ejemplares no autorizados. Se trata del hijo del vecino que baja canciones y series de televisión.
Además, ahora la copia es indistinguible del original. Y la copia de la copia también, para siempre.

De xkcd, por Randall Munroe,
licencia CC BY-NC 2.5

9.
Esta es la situación, ahora que tenemos Internet y copias inmediatas e indistinguibles del original:
Es como si de pronto todos los seres humanos aprendiéramos a volar y se nos aplicara, de un plumazo, la ley de aeronavegación.
No tengo idea de lo que dice la ley de aeronavegación. Si abro las alas de esta forma, y me elevo por entre esos edificios, ¿puedo ir preso?
Pero además, y sobre todo: ¿tiene sentido que me apliquen a mí la misma ley que a un Boeing 747?
Las leyes de copyright, y más en general las de propiedad intelectual, son complejas, poco intuitivas. Como poco intuitivo es el concepto mismo de propiedad intelectual. Y sus objetivos fueron trazados mucho antes de que alguien imaginara las posibilidades de Internet y el mundo digital.
Ya es hora de que esas leyes de otra época caduquen, y se escriban nuevas.
Cómo tendrían que ser esas nuevas leyes no lo sé. Hay gente más capacitada que está pensando al respecto con el criterio de reducir las restricciones, despenalizar a las personas, separar el producto comercial del que no lo es, dar al autor varias opciones con respecto a la distribución de su obra. Y sobre todo aprovechar las tecnologías digitales, explotarlas en vez de ahogar y prohibir sus usos.
Claro que en este proceso no participan, en general, los gobiernos ni las grandes empresas.

*
Nota:
Hice esfuerzos razonables para determinar el copyright de las imágenes, y por usar imágenes sin vulnerar derechos de otros. Estoy bastante seguro de casi todas. De la foto de Ian Anderson no logré establecer el origen ni el estado de los derechos. Tanto en ese caso como en el de Donald, estrictamente, no tengo derecho a reproducir las imágenes acá. La costumbre indica que si el dueño de los derechos respectivos me exige que las saque, las saco.
La diversidad de situaciones dadas para este pequeño conjunto de obras ayuda a demostrar lo complejo que es el tema de la propiedad intelectual así como está hoy.
Por último, siempre vale la pena aclarar que no soy abogado.

Desde estas hermosas playas

La versión online del diario La Nación tiene esa habilidad rara de ser una caricatura de sí misma.
Uno de los temas centrales, que viene mostrando al menos desde ayer, es este:

“¡Oh, no!”, piensa uno mirando la imagen en detalle, “¡A cuánto estarán las bananas en Santa Teresita!”
Pero luego, al pasar el mouse sobre la noticia (con lo que la imagen desaparece bajo un copete, entrada, bajada, teaser, como lo llamen), descubrimos la verdad:

Claro, es La Nación. Y es la versión online. O sea, una caricatura de sí misma.
En una página interior, el artículo en cuestión confirma lo que dice el copete. Y reaparece la foto, esta vez con epígrafe explicativo:

Nota (varias horas más tarde): 

Me acabo de fijar, y resulta que no es solo la versión online. En la versión impresa, esa es la foto principal y ese es el título más grande (aunque no el que está más arriba). Al menos, en papel se ve todo junto: foto, epígrafe, título y bajada, en ese orden.

Umberto Eco y las computadoras en los ochenta

Estamos en el comienzo del capítulo 5 de El péndulo de Foucault, de Umberto Eco. Instalan una computadora en la oficina. Se da el diálogo:

“—No te servirá para nada. ¿No pretenderás copiar ahí los manuscritos que no lees?

“—Sirve para clasificar, para ordenar listas, actualizar fichas. Podría escribir un texto mío, no los de otros.”

La novela se publicó en 1988. Sin duda fue escrita durante los años inmediatamente anteriores. Eco acusa recibo de la nueva tecnología, y aunque no se pone a describirla vemos atisbos. Un cuarto de siglo más sabios, descubrimos que todavía había diskettes, por ejemplo, y no discos rígidos. Pero esos detalles no son los que importan. El diálogo de arriba muestra un cambio más profundo, un cambio cultural, social, de mentalidad: por entonces la computadora estaba hecha para que uno metiera datos en ella, no para obtenerlos. Clasificar, ordenar listas, actualizar fichas. Todo hecho por uno mismo, nada de Google. Escribir un texto, y las opciones eran que fuera propio o copiado de otros, pero siempre escribirlo. Nada de leerlo.

Era así. Sin embargo, el signo más grande del cambio aparece unas páginas después. En esa época, si uno tenía una computadora debía poder programarla. Eso nos cuenta Eco sin saberlo, mientras cree relatar un intento de obtener los distintos nombres de Dios. Visto desde hoy, no es obvio que sus personajes, el dueño de la computadora y su amigo el narrador, tengan que saber Basic. Sin aviso ni conciencia de época, así como hoy en día uno podría mencionar a Facebook, Eco le endilga a Belbo lo que sigue:

“[—]Pues bien, mira en este manual, tengo un pequeño programa en Basic que permite permutar todas las secuencias de cuatro letras.”

Y después:

Está bien, Belbo no escribe el programa, lo toma de un manual. Pero lo entiende. Y más todavía, el narrador (que se dedica como Eco y Belbo a las letras, a la filología, a lo medieval, y no a programar) pone pronto las manos en la masa:

“Tenía que componer un programa para anagramas de seis letras, y bastaba con modificar el que ya tenía para cuatro. […] Volví a subir, dejé los bocadillos en un rincón, pasé enseguida al whisky, inserté el disco de sistema para el Basic, compuse el programa para las seis letras, con los errores habituales, por lo que tardé más de media hora, pero hacia las dos y media el programa estaba funcionando y la pantalla hacía desfilar ante mis ojos los setecientos veinte nombres de Dios.”

Por si hace falta, doy fe de que era así. Tuve computadoras en los ochenta, y las programé. En Basic. Si hubiera leído El péndulo de Foucault en 1988 nada de esto me hubiera sorprendido. O sí, pero en otro sentido: ¡qué al día está Umberto Eco!

Los años siguientes fueron la historia de cómo la mayoría de nosotros dejamos de programar nuestras computadoras. Si hoy Eco se pusiera a escribir ese capítulo, no mencionaría el Basic (ni, ya que estamos, modernizaría el relato con una dosis de JavaScript o C++). Buscaría un programa online, y por supuesto que lo encontraría.

Si queremos generalizar, toda novela es un relato involuntario de ciertos aspectos de época. Entiendo. Esto no es distinto. Y ni siquiera terminé de leer El péndulo de Foucault, que encaro por primera vez en la vida. Pero me llamó la atención y tuve ganas de compartirlo.

Nota del día siguiente: Hay dos errores de tipeo en el código, por culpa de la semejanza entre la letra I mayúscula y el número 1. Donce dice “80 IF I3=11 THEN 120″ debe decir “80 IF I3=I1 THEN 120″. Y donde dice “90 IF I3=12 THEN 120″ debe decir “80 IF I3=I2 THEN 120″. Sí, se ve muy parecido. Me hace acordar que muchas máquinas de escribir carecían de número 1: había que usar la ele minúscula. Fue un largo y difícil aprendizaje, con la llegada de las computadoras y la necesidad de programarlas, acostumbrarse a que un 1 y una l no eran lo mismo.

Caras

Ayer descargué Picasa 3.8, la nueva versión del software de Google para administrar fotos. Lo instalé. Y desde entonces estoy hipnotizado por las caras.

Picasa busca caras en las fotos, las recorta para mostrarlas, y pide que uno les ponga nombres. Así se van formando álbumes de personas. Pero además de encontrar caras, las reconoce. Junta caras que supone de una misma persona, y pregunta si acertó. La cuestión es que acierta casi siempre. Incluso con fotos de muy mala calidad.

Para ir entrando en tema, una captura de pantalla con algunas caras mías. Para la mayoría, Picasa no necesitó ayuda (en esta imagen y en las siguientes, click para verlas más grandes):

Pero la gracia está en que Picasa rescata caras de todas partes, y no sólo de retratos deliberados. Aparecen caras que provienen de fotos grupales, caras que aparecen en el fondo, caras imprevistas. Entre los miles de caras que tengo sin clasificar, hay muchas de gente que no conozco ni conoceré, que justo pasaba por la calle o miraba hacia la cámara:

Las fotos grupales son una especialidad de Picasa. A continuación, ejemplos de tres generaciones en un viaje hacia atrás en el tiempo:

1) Mi hijo y sus compañeros, hace unos años, en un acto escolar:

2) Mis compañeros y yo, hacia 1970, en una foto escolar de fin de año:

3) Mi padre y sus compañeros, hacia 1940, en otra foto escolar de fin de año:

Todo esto, en el sentido económico, es gratis. Emocionalmente, en cambio, los recorridos tienen un costo impredecible.

Linkrot, o “Haciendo linkpieza”

La Web se pudre de a poco. Siempre se fue pudriendo. Cuanto más se retrocede en el tiempo, más podrido está todo. Uno pone un link, y la única cosa segura es que antes o después, tarde o temprano, va a dejar de funcionar. En inglés tienen una palabra perfecta, linkrot. Wikipedia (traduzco del inglés): “Podredumbre de los links es el proceso por el que los links de un sitio, gradualmente, se hacen irrelevantes o se rompen a medida que pasa el tiempo, porque los websites a los que llevan desaparecen, cambian su contenido o redirigen a nuevos lugares.”

La Mágica Web no es un blog de links. Sin embargo, que los hay, los hay. Sobre todo al principio. Y tras casi siete años de existencia, la podredumbre es ostensible en los links de la primera época. ¿Qué se puede hacer con eso? ¿Vale la pena hacer algo?

La respuesta a las dos preguntas es: no sé, y no sé. Google y el Internet Archive mantienen ricos reservorios de páginas viejas. Para un arqueólogo tal vez no sean lo bastante rigurosos, pero ahí están. Para nosotros, los demás, son poco más que curiosidades, recordatorios tristes de lo que ya no funciona.

Por mi parte, recorriendo los primerísimos links de este blog, me dio curiosidad por saber qué pasa ahora. Por supuesto, la mayoría ya no existe. La inmensa mayoría. La terrible mayoría. Pero ahora hay otros recursos, hay muchas más páginas esperando que a principios de 2002. Está YouTube. Está Google Images. Están los sitios sociales…

La Web se pudre, pero también se reinventa.

*

Algunos links viejos, de esos que ya no andan, me dan ganas de volver a buscar. A veces encuentro. A veces no estoy seguro. A veces el resultado es incomprensible.

Recorriendo los posts más antiguos de este blog, el primer link que no anda es uno que llevaba a una noticia en Yahoo News: “Argentina Ends Dual Exchange System” (sí, en aquella época me ocupaba aquí de cosas como el final de la convertibilidad). Se me ocurrió buscar la frase en Google, entre comillas. Imagen del resultado:

Para qué tratar de entender. Me encanta, sobre todo, el “Nigerian Leader…”. Suena maravillosamente a spam. Para cuando esto también cambie, aquí está el link a la búsqueda en Google. Es posible que en algunas de las 34.000 páginas del resultado de hoy se pueda leer la noticia original, sin que haga falta suscribirse a algo o registrarse en algún sitio penumbroso.

“Menos coyuntural” (como escribí ya entonces), la BBC es fiel a sí misma y el link de entonces sigue en pie. (“The people of Argentina have seen their pensions taken away, unemployment soar, inflation jump and their industries decimated.” Y hay gente que ve la crisis económica de hoy en los países centrales como algo original.)

Hay que decir que a juzgar por un post del día siguiente, ni La Nación, ni Clarín, ni Página/12 han sido capaces de mantener una noticia online, al menos en la misma dirección.

*

Je. Post musical del 12 de febrero de 2002.

El link http://www.afrocelts.org/indexflash.htm ya no sirve. Pero si le quitamos ese estúpido “indexflash. htm” del final, sí que anda. Lo que no anda más, parece, es Afro Celt Sound System. Las últimas noticias son de 2005. Pero ahora existe YouTube:

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=1dmh1cZQuXk&w=425&h=344]

Algo mejor pasa con el link relacionado con Suzanne Vega (que sí anda, por suerte): “SuzanneVega.com is Suzanne’s new official home on the web. Vega.net has become a collection of the best Suzanne Vega fan sites on the web.” Uau. Suzanne está más grande, por lo que comprobamos que ella también anda. (Grande en todo sentido, S.V., soy fan desde hace más de veinte años.) (Copio la foto para evitar el futuro linkrot. Antes no lo hubiera hecho. Ahora, la vida es mejor así.)

*

De lo que sí funciona: Orisinal sigue siendo una colección de juegos hermosos. Gracias, Ferry Halim. También bobdylan.com, una maravilla: todas, todas las letras de las canciones, y en qué discos están, y cosas así:

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=ueGuzmotwaI&w=425&h=344]

¿Cuándo aparecerá el cartel de que este video ya no está disponible? Ocurre con varios videos de YouTube a los que enlazan desde bobdylan.com. Qué potente la miopía de los dueños de copyright. Qué triste la batalla por los derechos de reproducción. Qué pobres somos, qué pobres estamos.

Nada que ver, pero ya que estamos con Dylan, y ya que el link a “Like a Rolling Stone” en bobdylan.com “no está disponible”:

*

Uno de los primeros posts con que me divertí: “Una palabra y cómo usarla. Hoy: pejiguera.” El mejor link, el del diario El Día de Tenerife, ya no anda. Usando el buscador del diario, tampoco aparece. ¡Pero para algo está Google!

*

Breve post del 13 de febrero de 2002: “Finalmente se supo cómo planeaba Estados Unidos ayudar a la Argentina a superar la crisis: ‘El hijo de la novia’ fue nominada al Oscar.” Y lo peor que puede pasar. Claro, como no ganaron el Oscar, dejaron de pagar el dominio “elhijodelanovia.com” (¡imagínense, nueve o diez dólares por año! Mejor dejarlo a Google.). Resultado: un sitio “colector”, un conjunto de links, alguien que busca hacer plata con (la pérdida de) el tiempo de los demás.

¿Y los Oscars? ¿Por qué no anda más ese link? ¿Les falta plata, acaso?

Eso sí, el dorado queda divino.

*

¿Y esto? Es probable que la columna de Dan Gillmor que linkeé aquí exista en alguna parte, pero parece que fue un error citarla traducida. No tengo el texto original, así que no sé cómo buscarla. Kaput.

*

El fotógrafo Andrija Ilic ya no está más en focus.co.yu. En febrero de 2002 tal vez no fuera sensato esperar que tuviera su propio dominio, pero ahora sí. (Cuidado. Hacer click en la imagen de arriba hace que aparezca otra ventana con publicidad. Arrgh.)

*

Esto no tiene cierre. Es eterno. No sólo porque los links de febrero de 2002 siguen y siguen, sino porque después vienen los de marzo. Y en unos pocos años, los de diciembre de 2008.

Eso sí, hay que alabar, amar, distinguir, sacarse el sombrero ante los sitios que siguen existiendo, los que tras tantos años conservan el contenido en las mismas direcciones, y, en algunos casos, hasta lo mejoran. ¿A alguien se le ocurrirá hacer un premio especialmente dedicado a ellos? Si la vida fuera más justa, sería tema de otro post.

Like a rolling stone

Michael Hedges. Tengo en mp3 otra versión, que suena mucho mejor. Pero aquí se lo ve con toda la gracia y toda la furia:
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=KzBXcdHA1Hk&hl=es&fs=1]

Jimi Hendrix. Si no fuera por YouTube…:
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=gYwZ8I8wOGA&hl=es&fs=1]

Bob Marley (mezcla con alguna otra cosa, claro):
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=-BBBMNjPblY&hl=es&fs=1]

Paula West. Me sobresalta cómo la cara de los músicos refleja lo que dice la letra. No sólo la cantante, con su fraseo indignado y su gesto de estar retando a la protagonista de la letra. Los músicos están un poco enojados, un poco tristes, un poco cansados. Lo que dije, me sobresalta. Gran versión, hasta que a los seis minutos todos pierden el rumbo… ¿como corresponde a la canción?:
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=zJGoGrG0h5g&hl=es&fs=1]

Susheela Raman. Ni idea (no busqué datos):
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=Vfp5LM9I6Fw&hl=es&fs=1]

“No secrets, toucan, seal. How is the veal?” A medias letra equivocada a propósito, a medias tergiversación de lo que dice la letra de verdad. Requiere familiaridad con la letra, cierto carácter malvado, cierto carácter bondadoso, y bastante paciencia:
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=fnYqyDnUQnE&hl=es&fs=1]

El otro yo de “Like a rolling stone”:
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=Coy8Hoa1DNw&hl=es&fs=1]

*

Posdata. ¿Qué será lo que les da gracia a estos videos de “Raphael Linden” en Vimeo? (El primero tiene un fragmento de Like a rolling stone, lo digo como para mantener una ilusión de coherencia.)
http://vimeo.com/moogaloop.swf?clip_id=213802&server=vimeo.com&show_title=1&show_byline=1&show_portrait=0&color=&fullscreen=1
A Normal Day At School from Raphael Linden on Vimeo.

http://vimeo.com/moogaloop.swf?clip_id=211495&server=vimeo.com&show_title=1&show_byline=1&show_portrait=0&color=&fullscreen=1
Screaming, Running and Cheese from Raphael Linden on Vimeo.

http://vimeo.com/moogaloop.swf?clip_id=209024&server=vimeo.com&show_title=1&show_byline=1&show_portrait=0&color=&fullscreen=1
Naked As We Came – Iron & Wine from Raphael Linden on Vimeo.

http://vimeo.com/moogaloop.swf?clip_id=209015&server=vimeo.com&show_title=1&show_byline=1&show_portrait=0&color=&fullscreen=1
Soccer! from Raphael Linden on Vimeo.

Inentendible por omisión

Antes del texto propiamente dicho, las noticias de Página/12 empiezan así: primero una volanta, en tipografía más o menos chica, cuya información es más o menos la de un título clásico. Luego el título, en tipografía grande, que suele ser de fantasía, con referencias culturales, vueltas de tuerca, opinión editorial, etc. Y luego el copete, con el resumen de lo que se trata. Hasta aquí bien.

El problema es que en la página inicial del website omiten la volanta. Es una decisión de diseño, no hay vuelta ni excepciones. En la página inicial del diario en la Web aparecen el título y el copete, además de la foto. Volanta, nada.

Así, muchas noticias no se entienden.

Van tres ejemplos de la edición de hoy (este link es el permanente), que elegí independientemente de la relevancia de las noticias.

Uno:

¿Qué funcionario macrista? ¿A dónde fue? La respuesta, en la volanta omitida: POLEMICO PASO DEL MINISTRO DE EDUCACION PORTEÑO, MARIANO NARODOWSKI, POR LA LEGISLATURA (sic. También por diseño, se omiten los acentos y los títulos van en mayúsculas).

Otro:

Tal vez uno conozca a la figura emblemática por su foto, tal vez no (yo no, admito). ¿Quién es? Se entiende que falleció, pero el texto no lo dice. Otra vez, vamos a la volanta omitida: MURIO DARWINIA GALLICHIO, DE ABUELAS DE PLAZA 25 DE MAYO. (Sic: ¡Abuelas de Plaza 25 de Mayo!)

Y otro:

¿Qué arquero cordobés? ¿Qué entrenador? Una vez más, la foto da pistas: obviamente se trata de Boca, y seguramente haya gente que conozca la cara (yo no). Volanta omitida: CARLOS ISCHIA INCLUYO A MAURICIO CARANTA EN LA LISTA DE CONCENTRADOS. (Al margen, no importa que haya que saber que Carlos Ischia es el entrenador de Boca. Yo no lo sé, pero a mí el fútbol no me interesa y no es un artículo que vaya a leer. Los interesados en el artículo seguramente saben ese dato.)

Todos los días hay casos así, como se puede ver recorriendo ediciones anteriores.

La cuestión es simple. ¿Por qué tomaron la decisión de omitir las volantas si actúan como verdaderos títulos? Y una vez que se ven los resultados: ¿por qué no cambian el diseño para que las volantas aparezcan?

Hay casos de incompetencia tan extremos que son difíciles de entender. (El de Página/12 no es el único sitio en que estas cosas ocurren, pero es tal vez el más notorio.)

Estrellado

Cuando uno usa Gmail y quiere tomar nota de que un mail es importante, llega un momento en que es mejor que no le ponga una estrella.

Huevos de pájaro

Gran músico, gran disco. Andrew Bird y “The Mysterious Production of Eggs”.

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Más sobre Andrew Bird: videos en YouTube; artículos en The New York Times; su website; Wikipedia.

Hasta donde llegué a escuchar, me gustan todos los discos de Andrew Bird. Pero “The Mysterious Production of Eggs” es, tal vez de lejos, la obra maestra.

Acá se lo ve tocando en vivo una de las mejores canciones del disco, “A Nervous Tic Motion of the Head to the Left”, con su procedimiento favorito: usa el violín como una guitarra, va grabando sucesivos loops que forman la textura de fondo de la canción, luego agarra la guitarra, canta y silba… sólo acompañado por Martin Dosh en batería.

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=wRk2iHkOcNE&hl=en&fs=1]

De vacaciones en Villa Gimenez

Según este sitio, existe un maravilloso hotel dos estrellas en Villa Gimenez, llamado “Alrededor de Javier Villafañe – Imaginaria No. 89 – 6 de noviembre de …”. Como se ve en la captura de pantalla, las fotos muestran la belleza del paisaje y el imponente edificio de tres pisos rodeado de vegetación. Esto a pesar de que “todo se derrumbó en la ciudad: la iglesia, el hotel, la cárcel, los árboles”…

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No es la única atracción de Villa Gimenez: inmediatamente más abajo aparece listado el hotel “Alberto Olmedo – Wikipedia, la enciclopedia libre”, de cuatro estrellas.

Como anuncia el texto introductorio:

En esta página encontraran una lista completa de todos los hotel, motel, turismoecologico, alquilahabitaciones, albergues, bed & breakfast de Villa gimenez (argentina).
Todos los detalles de cada uno hotel, motel o turismoecologico (de Villa gimenezargentina) estan inscritas en su ficha, además podran encontrar posteriores importantes informaciones (como por ejemplo los precios etc.) simplemente pinchando sobre el relativo link del albergue. Podrán además elegir vuestro hotel preferido de Villa gimenez o sugerir uno ustedes mismos.
En esta lista estan presentes hotel de lujo, albergues economicos e hotel a bajo precio en Villa gimenezargentina.

Hay más. Bien vale la pena un click.