Estamos en Temaikén. Un grupo de gente excitada se amontona frente al sitio donde viven los suricatas. Vale la pena: uno de ellos, de acuerdo con su comportamiento típico, está muy erguido sobre una piedra alta, oteando el horizonte para descubrir cualquier peligro que se acerque. Por algún motivo, el montón de humanos gritones no le parece peligroso.
Es mi oportunidad. Mientras Gabriel tironea para otro lado, renunciando a no acercarme más porque la gente no lo permite, levanto la cámara y disparo. El paseo sigue. Horas más tarde, al ver las fotos del día, me encuentro con esto:
¡Le acerté al suricata! Está ahí, ¿no lo ves?, justo en el centro. Es esa cosita de color ratón que aparece contra esas piedras de color ratón más claro. No, bueno, mucho no se distingue. Mala suerte que las piedras tengan casi el mismo color, y que la cámara no tenga zoom, y que no haya sombras estratégicas que…
Ah, la gente. Claro: la gente mira para otro lado. Si por lo menos todos aparecieran mirando hacia esa rayita vertical casi imperceptible. Pero no, nadie mira al pobre bicho que se esfuerza ahí arriba, están todos interesados en alguna otra cosa, algo que la cámara pasó de largo. De siete humanos claramente visibles, ninguno mira al suricata vigía. Tal vez por eso no le parezcan peligrosos. Pero ¿no te resultan interesantes las expresiones, las actitudes? No, entiendo: hay sólo una cara visible, media cara; y otra más, de perfil, sobre un fondo confuso, a la sombra de una gorra (sí, ahí había sombras, ¿te das cuenta?). El resto son nucas, o fragmentos de nucas. Y una espalda blanca. Y un brazo con remera verde.
Tal vez la composición lo salve todo: las tres franjas horizontales claramente delimitadas, cielo-piedras-gente, las nubes en un ángulo levemente distinto de la madera en que todos se apoyan, a su vez distinto del ángulo de las piedras. El centrado casi exacto de ese animalito que no se ve… ¿Poco afortunado, dijo alguien? ¿Feo? ¿Todas las casualidades en contra?
Vamos, que insisto en lo principal: el bicho está ahí. En serio. Acá abajo va un fragmento de la foto, píxel por píxel, para probarlo. Lo que pasa es que a veces, muchas veces, hay fotos que salen mal.