Mes: mayo 2002

LOL

[7/5/2002]

LOL, ROFL, FYI, TIA, FWIW, OT, IMO, IMHO, IMNSHO. La lista sigue. Cuánta redundancia hay en la comunicación, como para que estas abreviaturas se hayan difundido tanto en el mundo del email en inglés.

Hay una que no sé si es común, sólo la veo en una lista a la que estoy suscripto (Pub-Forum): DRIB, Don’t Read If Busy.

En otra lista, PageMakr (sin la e), muchos mensajes traen el prefijo TAN. Cada recién llegado se rompe la cabeza tratando de descubrir qué significa. Más o menos una vez por mes, alguien pregunta. Y la paciente respuesta llega: no es Take A Nap; tampoco Tired At Night. Es TANgent, es decir algo que roza apenas la temática de la lista pero no llega al OT.

¿Y en castellano? ¿Para cuándo APDLC, BOTC, ACEED? (A Pesar De La Crisis, Bien O Te Cuento, A Cuánto Está El Dólar.)

[7/5/2012]

WTF?

Las abreviaturas siguen vigentes. Una más o menos nueva, de formato un poco distinto, es “TL;DR” (Too Long; Didn’t Read), y viene seguida de un resumen, muchas veces sarcástico o cínico, de alguna larga argumentación previa. Otra que no era posible en 2002: “SLYT” (Single Link YouTube), común en Metafilter y sitios de links.

Artículo sobre Tom Waits

[6/5/2002]

Excelente artículo sobre Tom Waits y sus dos discos nuevos en La Nación de hoy. La versión en papel trae además dos fotos muy buenas (doy las gracias a mi mujer que se trajo el suplemento Espectáculos del trabajo para mostrármelo). El original, del New York Times, está acá (aunque la mayor parte del contenido de ese sitio, luego de una semana, hay que pagarlo).

[6/5/2012]

Nuevo link al artículo de La Nación. El del New York Times sigue ahí mismo.

Lo que no sigue igual en el New York Times es cómo cobran por el contenido. Cambiaron varias veces. Fue gratis, fue casi todo pago, volvió a ser gratis, pasaron a cobrar luego de los primeros 20 artículos que uno leyera en el mes, y ahora bajaron ese número a 10.

Cambio de hosting

[6/5/2002]

Estoy mudando Imaginaria al mismo sitio donde está ahora MágicaWeb. Con esto termino la tanda de mudanzas provocadas por el dólar y la crisis, que empecé un par de meses atrás con el sitio de Graciela Montes. El resultado hasta ahora es muy satisfactorio. Cruzo los dedos para que Imaginaria (la mudanza más difícil de todas, por varias razones) no sea la excepción.

[6/5/2012]

El cambio consistió en dejar una empresa de hosting de Estados Unidos, que cobraba en dólares, por una argentina, que cobraba en pesos. Estuve un tiempo largo con ellos. Luego volví al exterior, donde el hosting, desde hace un tiempo, es casi gratis. (A menos, claro, que uno quiera un servicio realmente bueno.)

En tanto, el blog seguía estando en Blogger. “MágicaWeb” era mi sitio de páginas estáticas.

La prueba del delito

[6/5/2002]

Ariel Dorfman y el Pato Donald

[6/5/2002]

Hoy es el cumpleaños de Ariel Dorfman, según Librusa. Todavía le tengo rencor a Ariel Dorfman, desde que allá por los ’70 publicó Para leer al Pato Donald, que recuerdo como una infamia atroz.

De chico, yo amaba al Pato Donald. Aprendí a leer con el Pato Donald antes de empezar la escuela. Leía cada historieta decenas de veces. Tengo todavía montañas de revistas del Pato Donald de fines de los ’50 y principios de los ’60, muchas de ellas encuadernadas. Es una parte de mí que no se puede separar sin cirugía mayor y provocando un dolor extremo.

Cuando llegué a cierta edad en que pude razonar más adultamente, a mi amor por el Pato Donald se sumó el conocimiento de su historia. Claro, no todo es rosado. Nada en el mundo es del todo rosado. Pero ahí estaba, en particular, Carl Barks y su creatividad maravillosa, generando quién sabe cómo todas las aventuras que yo sabía de memoria.

Nada puede modificar mis recuerdos de infancia, y el hecho incontrovertible de que el imperialismo no trató de lavarme el cerebro a través de ese querido personaje y su mal carácter. Al menos no especialmente. Trató de hacerlo de muchas otras maneras, notoriamente peores. Tuvo cierto éxito. Pero, oh qué curioso, no le tengo demasiada simpatía a Walt Disney ni a su empresa (ni, ya que estamos, a Bush o al FMI, pero para qué hacer la lista más larga), aunque sí a muchas de las creaciones que salieron de allí.

Feliz cumpleaños, señor Ariel Dorfman. Si es que la consciencia le permite disfrutarlo.

[6/5/2012]

Librusa: nones. El dominio lleva directamente a Yahoo, así que supongo que Yahoo compró la agencia Librusa y, como tantas otras cosas, la rompió.

En cuanto al libro, recién pasé un rato mirando fragmentos en la web. Fácil de encontrar. Publicado en 1972, es claramente un producto de época. Y suena de verdad ridículo.

Esto no tiene relación con lo que haya hecho Dorfman en los cuarenta años que pasaron desde la publicación del libro. La verdad es que no tengo una idea clara de lo que hizo, tanto fue (y sigue siendo) mi rechazo. Esto es irracional, lo entiendo y lo reconozco, pero no lo puedo evitar.

Mail de Andrea

[5/5/2002]

“Cómo me gustaría poder saltar, si no fuera por ese patético desplomarse de bolsa de papas, ese grito, el terror, y la cosa horrible allá en el piso entre los autos”, escribí aquí mismo esta mañana, al final de una crónica. Me contesta Andrea Zablotsky:

“Creo que te lo comenté alguna vez (aunque me jugaría lo que no tengo que, tal como yo, serías incapaz de hacerlo): en Lobos hay un club de paracaidismo donde saltan profesionales y también gente que nunca lo hizo. El sistema se llama tandem y el inexperto se tira atado al profesional, y lo único que tiene que hacer es vivir esa experiencia, mientras el profesional decide el momento para tirarse, maneja la situación, tira del piolín, etc. (El etc. incluye que el paracaidista te apoye desde atrás, cosa que no creo
que se vea muy atractiva para algunos hombres.)

“Estuve allí y lo vi desde el avión (yo iba de colada, haciendo las veces de copiloto, mientras piloteaba ‘mi amigo con derechos’, como lo llama Jorge Varlotta). Era super impresionante cómo enfrentaban el vacío desde el agujero que había dejado la puerta del avión (se la habían sacado para mayor comodidad de los paracaidistas). También fue impresionante las veces que los vi llegar (cuando ya estaba aburrida de dar vueltitas en el avión). Hubo dos que vomitaron a mitad de camino… ¿Te gustaría? (tirarte, no vomitar…)”

Yo sería uno de los que vomitan. Lo bueno sería poder saltar y no caer, ni siquiera en paracaídas.

Ombligo

[5/5/2002]

—Las mujeres no tienen ombligo —dice mi hijo, de seis años.

—Sí, Gabriel, claro que tienen ombligo —le contesto.

—No —insiste—. Las mujeres no tienen ombligo.

A veces me siento tan pero tan lejos de entender una mente infantil.

Palomas

[5/5/2002]

Se juntaban diez o doce palomas en el borde de la ventana. El borde estaba formado por unas cinco baldosas rojas, así que la ventana no tenía más de un metro de ancho. Las palomas aterrizaban ahí, se miraban de reojo, forcejeaban, se hacían caer unas a otras. En algún momento, una vieja abría la ventana y desparramaba unas pocas migas entre ellas. Ahí sí, la pelea se hacía feroz: picotazos, golpes de ala, empujones. Llegaba a haber una paloma encima de otra que estaba encima de otra. Y todo al borde de un precipicio de quince metros.

Supongo que la vieja miraba desde adentro. Sádica.

Esto era hace muchos años, cuando yo trabajaba en una oficina de la calle Uruguay, en el cuarto piso de un edificio muy viejo. Las palomas y su lucha, pero sobre todo las caídas al vacío, me fascinaban. Se desbarrancaban como piedras por uno o dos metros, y entonces el despliegue de alas y el aleteo violento conseguían elevarlas otra vez. Se quedaban dando un par de vueltas, hasta que un hueco en la ventana les permitía volver.

Las palomas tienen el poder de darme vértigo. Se desplazan de costado, con pasos torpes, por una cornisa imposible, mirándose unas a otras, ocupadas solamente en sus mezquinos asuntos de bichos estúpidos y violentos. Se caen, sí, se caen muchas veces, pero tienen el control del espacio, eso que tanto les envidio. Hasta deben ser capaces de volar dormidas.

Otra cosa que me da vértigo es la terraza del edificio donde vivo. Ahora que pienso en eso se me tensan los músculos de las piernas: isquiotibiales y gemelos, en particular, al borde del calambre. La terraza, justo arriba del piso dieciocho, tiene dos partes. Una está abierta a todos, rodeada por una pared de dos metros con aberturas por las que se puede ver la serie de torres que hay hasta el río. La otra parte está al otro lado de una puertita de reja con candado, y no tiene ninguna protección contra el vacío.

Fui una sola vez a la segunda parte, la prohibida. Me quedé junto a la puertita. Había hecho pasar al técnico de mis proveedores de Internet, que tenía que cambiar el módem inalámbrico instalado allá arriba. El módem está justo en el borde, y ahí se agachó el técnico, como una paloma. Abrió el gabinete, destornillador que va, destornillador que viene, sacó el aparato descompuesto y puso el nuevo. Mientras tanto, yo trataba de no mirarlo. Pero sí miré el desierto urbano, la ciudad infinita en dirección contraria al río, casi sin torres. Me alejé dos pasos de la puertita, giré un paso a la izquierda, uno a la derecha. Volví. El técnico seguía trabajando. Me imaginé una hilera de técnicos-paloma, cada uno con su módem descompuesto, mirándose con inquina; y cuando uno sobrepasaba apenas el espacio vital de otro venía el empujón, la resbalada, la mano crispada aferrándose al borde. Cerré los ojos, los volví a abrir, me concentré en las nubes que al menos ponían un techo al delirio. Cuando el técnico terminó y cerré la puerta detrás de nosotros, yo tenía demasiado aire en los pulmones.

Cómo me gustaría poder saltar, si no fuera por ese patético desplomarse de bolsa de papas, ese grito, el terror, y la cosa horrible allá en el piso entre los autos.

[5/5/2012]

Más tarde recibí un mail de Andrea Zablotsky, donde continúa el tema.

Ahora contemos todos juntos

[4/5/2002]

Millones, billones, trillones, cuatrillones, quintillones, sextillones, septillones, octillones, nonillones, decillones, oncillones, docillones, trecillones, catorcillones, Quincy Jones.

[4/5/2012]

Este chiste recibió, a lo largo de los años, 215 (doscientos quince) comentarios. La gran mayoría, de gente que debía pasar cifras inmensas de números a letras o de letras a números, y no sabía como. El resto, de personas que sí sabían y respondían a los demás. ¿Tendremos aquí la indicación de que en nuestra sociedad hay una necesidad no cubierta? ¿O será que los chicos reciben tarea para el hogar que no tienen la menor idea de cómo hacer?

Inmadurez debe al ego, y otros anagramas de mi nombre

[4/5/2002]

“Inmadurez debe al ego [me escribe Jorge Varlotta] es el anagrama más interesante que conseguí, con un programa que tengo desde hace años pero al que recién pude ponerle un extenso vocabulario español, para Eduardo Abel Gimenez.

“mareo debe languidez -no es tan apropiado.

“lenguaraz debe miedo -tampoco.

“de mediana lobreguez -no está tan mal, eh.

“debe agudizar en mole -es un tanto críptico.

“dedo nazi me albergue -es terrible!

“rezo de balde aún gime -tiene lo suyo.

“era nube o mi delgadez -demasiado poético.

“embrague diez del ano -no suena muy bien.

“al manguero debe diez -tiene su sentido.

“a donde merluza beige -es hermoso.

“dedo en la embriaguez -es tal vez el más hermoso.

“Mejor me voy a dormir.

“PS: No me fui a dormir. Encontré, en cambio, una linda frase como anagrama de mis dos nombres y dos apellidos [Jorge Mario Varlotta Levrero]:

“ver largometraje; otrora lo vi.”

[Las aclaraciones entre corchetes son mías, dice la merluza beige.]

[4/5/2012]

Algo tan propio de Jorge. Era fan de los programitas para la PC y fan de los juegos de palabras. Pasaba muchas horas ocupado en estas cosas. Los resultados, a veces, eran macros para tareas cotidianas, y a veces cosas desopilantes como esta.

“Inmadurez debe al ego” es una buena frase. Resuena. No me sorprende que Jorge la haya elegido para mí. “A donde merluza beige” da para título de libro.