Mes: agosto 2002

Leyendo las noticias

Camina

[13/8/2002]

Camina como si no quisiese llegar a ningún lado.
Camina como si quisiese llegar por otro camino.
Camina como si fuese cuesta arriba.
Camina como si no supiera caminar.
Camina como si estuviera solo.
Camina como si estuviera sola.
Camina como si fuese en dirección contraria.
Camina como si fuese domingo.
Camina como si fuese de noche.
Camina como si fuese viejo.
Camina como si fuese de otra ciudad.
Camina como si fuese ciego.
Camina como si las vidrieras fueran espejos.
Camina como si todos los hombres se diesen vuelta para mirarla.
Camina como si estuviera en el valle perdido de los dinosaurios.
Camina como si estuviera lloviendo.
Camina como si estuviera triste.
Camina como si estuviera nadando.
Camina como si estuviera desnudo.
Camina como si estuviera riendo.
Camina como si tuviese el viento a favor.
Camina como si los sapos supieran volar.
Camina como si quemase las naves.
Camina como si llevara puesta una armadura.
Camina como si viniese de ninguna parte.
Camina como si no caminara.

Girls!

[13/8/2002]

Me escribe Andrea Zablotsky:

Mirá qué dulce el cartelito que pusieron en un negocio que están restaurando, acá a la vuelta:

En letras grandes (sic):

SOLO PERSONAL AUTORISADO
Y más abajo, en chiquito:
(AND GIRLS)

Un cuento de elefantes

Interrumpimos nuestra programación habitual para dar espacio a un cuento de Silvia Parisi, que la autora me envió por email con autorización explícita para publicarlo aquí.

Un cuento de elefantes
por Silvia Parisi

No hay lugar a dudas: la tierra es redonda, plana, y gira sostenida por la trompa de tres elefantes. Es tan plana y redonda como esos discos de pasta que escucha el abuelo, mientras se mece y se adormece pensando en aquel mar y aquella costa del otro lado del océano. Los elefantes se dedican al mal, al bien y a los sueños, mientras hacen girar la tierra muy rápido, tan rápido que apenas lo percibimos. A eso se debe ese mareo, esa sensación de vértigo que le da a Clara, cada vez que sube un escalón, o entra en un lugar desconocido o cuando el viento cambia de dirección. De pronto, porque sí, accidentalmente, el suelo pierde su estabilidad por un momento y el mundo se vuelve un lugar desconocido. No son las pastillas, ni las hierbas, ni lo que fuma, ni el olor de las flores, ni los recuerdos, es la tierra y su velocidad. Hay dos elefantes que miran hacia el norte y uno que mira hacia el sur. De los que miran al norte, uno es el bueno y el otro es el malo, el que está orientado hacia el sur no hace más que soñar.

Hay una vieja historia sobre los elefantes; dicen que el que sueña perdió su facultad hace mucho tiempo, se le acabaron los sueños. Primero gimió y lloró, después se perdió en la locura. Intentó dejar caer su trompa, movido por el cansancio. Esto alertó a los magos que custodian a los elefantes, quienes decidieron sacrificar a los hombres, para mantener el equilibrio. Es por eso que de noche nos cuesta recordar lo que soñamos. Nuestros sueños son robados para alimentar al elefante. Es por eso que Pablo escribe en signos indescifrables historias que no terminan nunca. Por las mañanas se recuesta sobre su escritorio y tapa con el brazo los bordes de las hojas, no permite que nadie se acerque a sus papeles. Él sabe que alguien acecha sus sueños más preciados. Ni siquiera permite que Clara los lea, él ha inventado códigos y estratagemas, pero igual le cuesta recordar cada día más sus propias claves. Entonces se enfurece y el mundo se vuelve un lugar hostil, no son los medicamentos, ni la tristeza; como dicen algunos, es el elefante y el lugar vacío de sus sueños.

Mientras tanto, en otro rincón de la casa, Nicolás vive su infancia, tirado en el piso, al pie de la antigua máquina de coser. Ve cómo van y vienen las patas de la mecedora, donde el abuelo sueña con el mar y el brillo del sol sobre la playa. Ve los pies de su padre cruzados bajo la silla y los pies de Clara inseguros por el eterno mareo y la cadencia con que se arrastra la púa sobre el disco de pasta y desde el fondo de la madera oye una música, que le hace inventar cuentos de elefantes.

Una casa igual a la torre Eiffel sobre el monte Everest

[9/8/2002]

Una familia quiere hacerse la casa más rara del mundo y ponerla en el lugar más raro del mundo. Como tienen más plata que Bill Gates, pueden permitirse casi cualquier cosa.

Primero piensan en cómo va a ser la casa.

—Podríamos construirla en forma de globo —dice el padre.

—O de nave espacial —dice la madre.

—O de hormiguero —dice el hijo.

Al final, se deciden por hacer una casa idéntica a la torre Eiffel.

Llaman a un arquitecto especialista en ese tipo de construcciones.

—No hay problema —dice el especialista, conociendo la fama de las cuentas bancarias de esta familia-. ¿Dónde la quieren?

Esa es la siguiente decisión a tomar. Primero descartan algunos sitios donde nadie en su sano juicio querría vivir (el fondo del mar, el centro de Buenos Aires). Y finalmente llegan a una idea los tres al mismo tiempo:

—¡La cima del Monte Everest!

El arquitecto abre la boca bien grande, la cierra, lo piensa dos veces y responde:

—Muy bien. Pero construir una casa en la cima del Monte Everest es muy difícil, así que propongo que la hagamos de un modo original.

—¡Eso, eso, original! —dicen al unísono el padre, la madre y el nene.

—Podemos armar la casa en el espacio —dice el arquitecto—, y luego bajarla suavemente, con la ayuda de cohetes, a la cima del Monte Everest.

Y así se hace. Primero construyen una estación espacial. Luego, en la estación espacial, construyen la casa con forma de torre Eiffel. Y por último bajan la torre, con mucho cuidado, a la cima del Monte Everest.

Completamente encantados, los tres integrantes de la familia entran por primera vez a la casa.

—¡Qué frío que hace! —dicen.

—¡Caramba! —responde el arquitecto—. ¡Me olvidé de la calefacción!

No hay más remedio que volver a elevar la torre al espacio, instalarle la calefacción y volver a depositarla, siempre usando varios cohetes, en su lugar sobre la montaña.

La madre, el padre y el hijo entran en la casa. Está bien calentita, y se ve fantástica. El padre decide ir a la heladera a buscar algo rico y…

—¡Está todo tibio!

—¡Caramba! —dice el arquitecto—. Me olvidé de la electricidad.

Encargan nuevos cohetes, suben la casa al espacio, le agregan las instalaciones eléctricas, bajan la casa a su sitio. Entran.

—¡Qué bien! —dice el padre mientras se hace un sandwich maravilloso con las cosas que encuentra en la heladera.

—Me voy a dar una ducha —anuncia la madre.

Abre la canilla y…

—¡No hay agua!

—¡Caramba! —dice el arquitecto, y no necesita continuar.

Suben la casa, le agregan lo necesario, bajan la casa. El padre se hace otro sandwich, la madre se ducha. El nene…

—Voy a ver la tele —dice.

Prende el aparato y…

—¡Oh! —dice el arquitecto, francamente preocupado—. Creo que…

Ahora están todos un poco enojados.

—Es que resulta muy difícil instalar estas cosas en la cima del Monte Everest —dice el arquitecto—. Y además, caro.

—Eso es verdad —dice el padre.

—Las cuentas bancarias ya no son lo que eran —dice la madre.

—Pero yo quiero la tele —dice el nene.

—Tengo una solución —dice el arquitecto—. Con la experiencia que hemos logrado construyendo la casa en el espacio, sugiero que se queden a vivir allá arriba. Todo será más fácil y más barato, y si falta algo no tendremos que subir la casa, arreglarla, bajar la casa y todo eso.

—De acuerdo —dicen el padre, la madre y el nene.

Y así lo hacen. Con su propia torre Eiffel en órbita baja, viven felices y el arquitecto va y les instala todo lo que se les ocurre cada vez que lo llaman. Al nene lo llevan cada día, en un cohete pequeño, a la escuela.

Agrega Gabriel: Y como vive tan lejos llega siempre tarde. ¡Después de la hora de plástica!

Punto ronquido

[8/8/2002]

“Welcome to the Website of www.fiaca.com. Please check back often!”

“Si quiere comprar Bostezo.com haganos una oferta. Consideramos todas ofertas razonables. El precio aproximado por este nombre de dominio es $750.”

www.camita.com: “Hier entsteht eine neue Internetpräsenz !”

“Domain Name Pereza.com May Be Available For Sale. (…) Our team is dedicated to offering high technology solutions to businesses, organizations and individuals…”

www.depre.com: “Consors Diraba Entrium Comdirect Zu den Indizes ..”

www.yahoraque.com: “No se puede mostrar la página.”

[8/8/2012]

Diez años después, casi todos esos dominios están en venta. Significativamente, Google Chrome declara no poder encontrar www.yahoraque.com.

Centro de Confusión al Cliente

[8/8/2002]

Buenos días. Gracias por llamar al Centro de Confusión al Cliente de Ximenez Enterprises.

Para comunicarse con administración de ventas, marque o diga uno.

Para comunicarse con ventas administrativas, marque o diga dos.

Para comunicarse con un interno que no empiece con cinco, marque o diga tres.

Para comunicarse con un interno que no empiece con tres, marque o diga cuatro.

Para comunicarse con la catacumba de pago a proveedores, marque o diga cincoseisnuevedossieteunotresochoceroceroseis.

Para comunicarse con el autor de la musiquita de fondo, marque o diga seisseisseis.

Para comunicarse con Cacho, marque o diga siete.

Para comunicarse con el Departamento de Respuestas Ingeniosas, marque o diga ocho.

Para comunicarse con nuestro Club de Llamadores Frecuentes, marque o diga nueve.

Para comunicarse con servicio técnico, marque o diga.

En caso contrario, marque o diga tecla numeral para oír este menú con ligeras variantes.

Pip.

San O’Neill

[7/8/2002]

Hoy es San O’Neill.

[7/8/2012]

Tuve que explorar un poco en Google para ver qué significaba esto, de lo que no me acordaba para nada.

Resulta que Paul O’Neill era Secretario del Tesoro de EE.UU., y por ese entonces vino a la Argentina, donde “señaló que tiene ‘grandes esperanzas’ en el pueblo argentino y que el gobierno de George W. Bush ve con buenos ojos las negociaciones encaradas con el FMI” (La Nación, 7/8/2002. El artículo incluye una tierna foto de O’Neill con dos niños a upa, aparentemente de un comedor infantil en Merlo, que fue a visitar. Lo dicho: San O’Neill.)

Eficiencia

[7/8/2002]

El discado por tonos significó un gran ahorro de tiempo con respecto al discado por pulsos. Ti ti ti tí, tu tu tu tú, y ya suena el telefóno del otro lado.

Tanta eficiencia debía ser compensada de alguna manera, y por eso aparecieron esas máquinas contestadoras que empiezan con algún moco de Muzak, presentan una voz empalagosa que ofrece varias opciones inútiles y prometen la rápida atención de una operadora, para dedicarse un rato más a hundirnos el oído en el pantano pestilente de esa música mientras alguien, en alguna parte, se ríe de la broma que nos están gastando, y luego vomitan más voz de Sucaryl para aclarar que “todos nuestros operadores están ocupados; aguarde un instante por favor; si desea dejar un mensaje, presione la tecla numeral” o algo así, y tentarnos con “para volver al menú principal presione 1”, con lo que la impaciencia nos arrastra a oír por segunda vez las opciones generadas con el mismo criterio que la clasificación de los gatos en la China de los emperadores, elegir cualquier cosa y acabar un rato más tarde cortando con un golpe seco, para tener la oportunidad de volver a disfrutar, una vez más, del velocísimo discado por tonos con que todo había empezado.

Cuchara líquida

[6/8/2002]

[6/8/2012]

La encontré grande. (Click para agrandarla todavía más.)