Estoy en una burbuja

Estoy en una burbuja, flotando sobre la ciudad, recostado como en una hamaca paraguaya. Tengo los dedos de los pies a la altura de los ojos, los brazos cruzados sobre el pecho, y miro hacia la izquierda, al horizonte que queda justo por encima de la azotea del edificio más alto.

Dicen que los chinos inventaron las burbujas, como tantas otras cosas. Pero estaban reservadas al Emperador y a los miembros más elevados de su corte. Cuando el Emperador salía a flotar en una burbuja, a quienes vivían cerca de la Ciudad Prohibida les estaba vedado mirar al cielo.

Hay que estar quieto, porque si no resulta peligroso. Sobre todo si uno tiene las uñas largas y se le ocurre hacer presión en la membrana delgada. O si no se ha quitado los zapatos y mueve los pies con brusquedad. O si ha quedado un mosquito aquí encerrado y uno lo persigue sin mirar dónde pega. En cualquiera de esos casos es probable que la burbuja, y uno mismo, se convierta en apenas un sueño.

Author: Eduardo Abel Gimenez

0 thoughts on “Estoy en una burbuja

  1. Muy bueno. Me recordó un libro que amo, de un autor que también amo: Las ciudades invisibles, de Italo Calvino.

  2. Perdón, Yuri, no entendí la ironía. Yo lo dije en serio, ¿hay algo que te hizo reír, o es simplemente una expresión de alegría? Hoy estoy un poco lenta.

  3. si uno mismo pasa a ser un sueño… entonces que es la burbuja?

    se imaginan de verdad una ciudad invisible?

    (hoy me vine con los signos de interrogación a todo dar… :P)

  4. Ah, bueno, qué bien entonces. Me alegra coincidir en este comentario con un lector de Calvino, aunque supongo que debemos ser unos cuantos, Eduardo incluido.
    🙂

  5. Claro que soy lector de Calvino. Y se nota, por supuesto.

    Gracias por la comparación: es un elogio de aquellos.

    Norya: la burbuja pasa a ser un sueño al cuadrado, ¿no?

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