Son setecientos treinta cajones. Algunos están con llave. Algunos están en otro edificio. Algunos son imaginarios, o apenas recordados. Seguramente hay cajones vacíos, y cajones tan llenos que no se los puede abrir. Unos cuantos están etiquetados, otros tuvieron etiquetas pero ya no, y me queda un montón de etiquetas en blanco, apiladas en alguno de los cajones sin etiquetar.
El plan es organizar el contenido de los cajones y ponerlo en carpetas, y con esas carpetas llenar estantes. No sé por dónde empezar, si por los cajones más próximos o por los más fáciles, o por los más tentadores, o por los obligatorios. Tal vez vaya a comprar unas carpetas, o unos estantes. Tal vez vaya a medir la pared para los estantes, o pregunte por el precio de las estanterías en el negocio nuevo de la otra cuadra. Tal vez haga unos garabatos en un papel y lo guarde en ese cajón de arriba a la izquierda, el nuevo, el que empecé ayer a la tarde.