Estoy impresionado con la canción “Atoms for peace” del disco de Thom Yorke, The Eraser. ¡Brillante, brillante, brillante!
Mes: julio 2006
Este cancionero se imprimió en Buenos Aires en diciembre de 1967. Yo tenía 13 años y lo compré recién salido, porque era fan de los Beatles.
(En el margen derecho hay rastros de que hubo una tapa pegada encima, pero la verdad es que no la recuerdo.)
Adentro hay “grandes éxitos” de Palito Ortega, Los In, Sandro, Antonio Prieto, Chico Buarque, Billy Bond, Los Gatos… Y, por supuesto los Beatles. Pero las letras de los Beatles no están en inglés, sino que aparecen en versión castellana de Ben Molar.
Están “La Banda del Sargento Pepper” (Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band), del género “slow”; “Boleto para pasear” (Ticket to ride), que es un twist; “¡Socorro!” (Help!), que es un shake; “Podemos solucionarlo” (We can work it out), otro shake; “Vacación de un día” (Day tripper), otro shake más; “Ayer” (Yesterday), balada; “Michelle”, shake; “Frutillas” (Strawberry Fields forever), balada; “Penny Lane”, balada; y “Todo lo que necesitas es amor” (All you need is love), sin especificación de género.
La mejor de las versiones de Ben Molar es, de lejos, “Frutillas”:
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=sldLeRGwtX8]
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Sí: tras todos estos años, con las idas y vueltas, los cambios y las permanencias, las dudas, los enredos, los retrocesos, las partidas imprevistas, las llegadas a destiempo, los desencuentros, los hallazgos, los abandonos, los temores, los fracasos, los pliegues y despliegues, los sueños, las mentiras, los susurros, las peleas, las risas, los lamentos, los libros sin leer, la música sin tocar, la tecla que falla, la ventana que cambia, el paraíso distante, la esperanza, los deseos, las acciones seguidas de reacciones inversas, los proyectos, las promesas, los procesos, las mañanas perdidas, las horas felices, las tardes dormidas, la luz continua, las noches, los días, el ruido constante de las construcciones y las demoliciones, lo que no funciona, lo que avanza en otra dirección, la gracia, la suela de los zapatos, el agua que corre, sigo estando adentro de mí.
Sumergidos en el pantano había tres perros muertos, once botas de montar, un tractor antiguo, seis televisores blanco y negro, un rastrillo, cuatro tomos de la Encyclopaedia Britannica, un par de anteojos para ver de lejos, un sofá de dos cuerpos, quince maletas vacías, una campana de bronce, nueve dedos arrancados de las manos, un reloj de péndulo, cinco sillas con asiento de mimbre, un violín sin cuerdas, veintitrés balas de cañón, un bastidor para hacer bordados, una muñeca de porcelana y catorce botellas de cerveza sin abrir.
A Wilbur Rochester le llevaría dieciséis años resolver el enigma.
Te lo mandé, no sé por qué no te llegó. Te lo dije, estoy seguro. Yo no sabía. Habrá sido con otra persona. A mí nadie me avisó. Ni idea. Yo no estaba. Atendí, pero no se oía nada. Te dejé un mensaje, no sé por qué no se grabó. Estuve engripado. En la lista no estaba. Ahora te toca a vos.
Momentos antes la canción empezaba de otra forma. El aire también huele distinto. Si hace frío es sólo afuera, donde la gente lleva paraguas porque ayer llovió tan fuerte. Ya es de noche, sobre todo para el que no puede dormir.