A veces pienso que debería ponerme a escribir frases que, en la intención al menos, tengan destino de célebres.
“La soledad es un arma que apunta hacia adentro”.
¿Qué tal, eh?
“El mejor amigo es aquel que habla menos que uno”.
Bueno, ahí se me coló algo de cinismo. Es difícil de evitar.
“El amor es al vino como la luciérnaga a la esperanza”.
¿Qué? ¿Acaso se tienen que entender, además?
“No dejes de trabajar porque el invierno no acabe nunca”.
Sí, conformismo también. Y cuanto más rastrero, mejor. Es parte de la receta, ¿no?
“Quien calla primero podrá agarrar otra porción de pizza”.
Pero siempre acabo reconociendo que, después de todo, tal vez esto no sea para mí.