Anderson Fripp, historiador aleatorio, curador de espanto, ingeniero en libertinaje y escritor de ciencia ficción, decidió una vez que el objeto de su vida era llegar a ser miembro de la Orden de los Caballeros Consagrados a la Decoración de la Nada.
(…)
—Mire estos números —dijo luego el M[aestro] D[ecorador].
Anderson Fripp le hizo caso, ya desesperado, y se encontró con lo que sigue [ver la foto].
—¿Qué es esto? —preguntó, mientras buscaba la puerta de salida.
—En un tiempo —contestó el M. D., acomodándose su Honroso Casco de Nada Importante—, aquí teníamos cuatro igualdades. Pero el Maligno Destructor de Nadas le hizo una transformación a cada uno de los números (la misma a todos), de modo que quedó esto. Usted tiene que deducir qué transformación fue, para restaurar las bellas igualdades. Le repito que tanto los números que están a la derecha de los signos como los que están a la izquierda han sufrido el mismo cambio, y que este cambio fue igual para los doce números.
—Me doy por vencido —dijo A. F, sin siquiera hacer un intento (cosa que nuestros lectores juzgarán indigna)—. No puedo resolver nada de esto.
El maestro Decorador dejó escapar una lágrima: la emoción que sentía era incontenible.
—Después de tanto tiempo —exclamó—, tantos sinsabores, tanta Nada Desperdiciada, usted me da una razón para seguir viviendo. ¡Hermano! —Y A. F. se vio sepultado por el abrazo más cariñoso que recibiera en su vida.
A partir de entonces, Anderson Fripp es miembro destacado de la Orden de los Caballeros Consagrados a la Decoración de la Nada, una sociedad que alberga a todos aquellos que son incapaces de resolver unos acertijos tan, pero tan sencillos como estos.
(Voy a poner la solución en los comentarios, dentro de unos días.)
Todos, menos uno.