Autor: Eduardo Abel Gimenez

The Web is a world that is profoundly social

[19/3/2002]

The Web is a world that is profoundly social. Its geography itself is social, a map of connections and passions. It is thus a world that we’ve made for ourselves that is a reflection of our best nature and a place where can imperfectly perfect our imperfect natures.” (David Weinberger, uno de los autores del Cluetrain Manifesto.)

[19/3/2012]

En el año 2002, decir que la Web era profundamente social era realmente adelantarse a la época. Para ayudar a la memoria: no existían Facebook, Twitter, Google+, LinkedIn, etc. Tampoco YouTube. La Wikipedia recién empezaba. And so on and so on (como diría Vonnegut).

Por supuesto, David Weinberger, y en general los autores del Cluetrain Manifesto (¡de 1999!) tenían y siguen teniendo las cosas muy claras. (Pero de Rick Levine, uno de los cuatro autores, no hay noticias. Ni siquiera artículo en la Wikipedia.) David W., sin ir más lejos, sigue blogueando en la misma dirección de aquel entonces. Y ni que hablar que los links funcionan y seguramente seguirán funcionando por mucho tiempo más. 

Fotos de volcanes en actividad

[19/3/2002]


Volcano live (sobre todo a partir del índice de fotos). (Vía BlueEar.)

[19/3/2012]

Sigue andando. Pero claro, diez años después hay fotos de volcanes por todas partes. En caso de duda, buscar en Google.

BlueEar no, no anda más. Ni me acuerdo qué era.

Pong

[18/3/2002]

Pong: aquel juego de video en que cada jugador movía una pequeña barra blanca que hacía de paleta, tratando de darle a un cuadrado blanco aún más pequeño que hacía de pelota, sobre un fondo negro que hacía de cancha. Ahora, dando un nuevo paso en la evolución de los juegos de computadora, llega Pong: The Text-Based Game. (Vía Good Morning Silicon Valley.)

[18/3/2012]

Ese Pong ya no existe. Pero hay otro.

De Good Morning Silicon Valley ya hablamos. El link de arriba anda, pero con trampa porque no redirecciona al verdadero GMSV, sino que muestra propaganda y un nuevo link, que ahí sí va a donde debe.

La parte

[18/3/2002]

Esto es una parte de… ¿qué?

(Ver la solución.)

[18/3/2012]

Hay cosas cuyo único sentido es el sentido del humor.

La solución también está acá, en MW+X.

Saliendo de la ciudad

[18/3/2002]

El tren se puso en marcha cerca del centro. Las personas que quedaban de pie en el andén fueron perdiendo sus rasgos: con el aumento de velocidad, la cara detallada dio paso a una cara genérica, y la cara genérica a un borrón.

Un poco más allá, los edificios altos y apretados se turnaban con calles repletas de autos. Zap, edificios. Zap, autos. Zap, el timbre de una barrera. Los ruidos se hicieron agudos, rápidos. En el vagón aumentó el volumen de las voces. La música de los rieles aceleró el compás.

De a poco, el cielo ocupó un espacio mayor. Las construcciones se hicieron bajas, los autos escasos. La gente difusa de las calles parecía caminar con otro tiempo por delante, aunque el tren les daba cada vez menos oportunidad para mostrarse. Aparecieron los primeros baldíos.

No había estaciones en el camino, de manera que, por mucho tiempo, el tren no se iba a detener. Al contrario, la velocidad seguía aumentando. El mundo, de a poco, se dividía en franjas: aquí cerca, una cinta verde y gris, de pasto y piedra rápidos y sin forma. Allá, a varios metros, una montaña rusa de casas, árboles, jardines, potreros. En el fondo, visible por momentos, un territorio bastante estable de campo y bosque y edificios aislados. Nos acompañaban las nubes, más observadoras y pacientes que el tren.

Las casas, que venían achicándose, llegaron a quedar por debajo de los árboles. La mayoría de los techos eran planos, algunos rojos e inclinados. Había caminos de tierra, nuevas franjas de pasto. Diez o quince casas por manzana, una o dos personas apenas visibles en el torrente. Y enseguida cinco casas por manzana, y luego tres.

Con mover la cabeza rápidamente de adelante hacia atrás era posible detener por un momento la carrera del paisaje. Así, se pudo ver un perro que le ladraba al tren, tal vez el último de los perros, justo antes de que las casas y la gente se terminaran. Para entonces sólo quedaba el trazado de las manzanas, algunas plantas, el sol por encima de la nube final. Los árboles también se hicieron escasos, y pronto desaparecieron.

El trazado perdió espesor y riqueza. En vez de calles de barro entre alambradas empezó a haber sólo líneas. Cada calle transversal a las vías estaba formada por dos paralelas cuya imagen barría la ventanilla como un limpiaparabrisas que andaba siempre hacia atrás.

Ya se podía entrever la trama básica, el cuadriculado a los pies de todo. Entonces, las líneas puras y limpias de arquitecto se convirtieron en garabatos de bocetador. Carbonilla, lápiz blando. Como al comienzo del viaje, nada era del todo recto, pero ahora estábamos llegando al origen.

Por último, el sol se reflejó en la superficie brillante, sin tierra que la ocultase. El tren alcanzaba su mayor velocidad, rumbo al papel vacío.

[18/3/2012]

Tenía un borrador de este cuento, escrito el año anterior. Para ponerlo en la Mágica Web lo reescribí. Y le tomé el gusto. Pronto vendrían muchos más cuentos, pero del todo nuevos.

¿A qué hora?

[17/3/2002]

—¿A qué hora está tu programa favorito? ¿Lo sabés? —le pregunto a Gabriel. Estamos hablando de la tele.

Gabriel mira por la ventana de su pieza, agachándose un poco porque la persiana está medio baja, y señala hacia afuera:

—Está cuando no hay tantas nubes.

El sitio de Graciela Montes

[16/3/2002]

Estoy mudando el sitio de Graciela Montes a un nuevo proveedor de espacio en la Web. Hasta ahora, todo bien.

[16/3/2012]

Es una gran pena que el sitio de Graciela no exista. (En este momento, al visitar el dominio se ve una instalación genérica de WordPress, sin ningún contenido agregado, con fecha de septiembre de 2011. No sé de qué se trata.)

¡No soy ladrón!

[16/3/2002]

“I’m no thief! I download songs, but I also buy CDs”, dice Siva Vaidhyanathan en un artículo publicado en MSNBC.com. El artículo da una buena explicación de por qué las grandes grabadoras tendrían que haber llegado a un acuerdo con Napster en vez de destruirlo. Y por qué tendrían que halagar a sus clientes en vez de insultarlos.

[16/3/2012]

El artículo ya no está. Al buscar la cita en Google sale otro sitió que lo linkeó, y la Mágica Web. Nada más.

Sigue siendo cierto que quien baja canciones no es ladrón. Pero la cuestión va mucho más allá. La guerra del copyright es uno de los dos grandes temas de los que depende el futuro de Internet. El otro: los regímenes represores y la tentación de los gobiernos democráticos de imitarlos (y dejar de ser democráticos en el proceso).

No, perdón. Vuelvo para agregar otros grandes peligros para el futuro de la red:

  • La privatización. Los “jardines vallados” que actúan como fronteras. Google no puede mirar dentro de Facebook. Facebook no puede mirar dentro de LinkedIn, etc.
  • El manejo de los datos privados por parte de gobiernos y grandes corporaciones. La agregación de datos personales en cantidades astronómicas. En general, la invasión a la privacidad.
  • La “guerra de las patentes”, que enfrenta a grandes compañías entre sí y también a grandes compañías con pequeños emprendedores, impidiendo nuevos desarrollos. Aunque esto en realidad es parte de la guerra que también incluye al copyright.
  • La ignorancia, sobre todo de quienes tienen poder político. Como dijo hace poco el CEO de Mozilla (la fundación que hace Firefox): “¿No entiende Internet? ¡Fuera del gobierno!”

Esto no pretende ser una lista completa ni perfecta, ni contener las mejores descripciones de los problemas. Es una enumeración rápida, para dejar asentado lo siguiente: la red que tenemos hasta ahora es frágil. Menos mal que, paradójicamente, no es fácil romperla.

Ocho dígitos de pi

[15/3/2002]

La serie de ocho dígitos que empieza en la posición 30.080.503 del número pi es muy importante para mí. Es la fecha de mi nacimiento, el 17061954 (o, en lenguaje humano, 17 de junio de 1954). Treinta millones y pico parece un número grande, pero ¿qué me dicen de esto?: la fecha de nacimiento de uno de los amigos que suelen visitar esta página (19101949) no aparece en los primeros cien millones de dígitos de pi. Por el contrario, la fecha de nacimiento de otra de esas pocas personas (17081953) no sólo figura, sino que figura mucho antes, en la posición 4.354.509. Y mejor paro acá, antes de que otros descubran que somos todos viejos.

¿De dónde sale esta información deliciosamente inútil? De The Pi-Search Page, donde vale la pena perder los próximos minutos de esta vida que se escapa más rápido que contar hasta 3,14159…

[15/3/2012]

The Pi-Search Page sigue vigente y activa. Por ejemplo, están en Google+. Resulta que el número 2002 recién aparece a partir de la posición 30.926 de pi, mientras que 2012 está mucho antes, a partir de la posición 7.200. Mi número de documento no figura en los primeros 200 millones de dígitos de pi, que son los que tienen disponibles ahora (el doble que en 2002).

Overclocked Jesus

[15/3/2002]

Una poca de gracia: “Overclocked Jesus Performs Miracles Faster” (vía Good Morning Silicon Valley.)

[15/3/2012]

No es gran cosa, eh. “A group of bored students in Chicago overclocked Jesus so that he now performs miracles nearly twice as fast as before. Goran Radovich and Trey Gafney managed to overclock Jesus and keep him stable at a record 3.69 GHz.” Pero hay que reconocer el mérito de que la página siga existiendo, y en el mismo lugar.

The Mercury News, por su parte, no tiene tanto mérito. El link sigue funcionando, pero la página en cuestión está repleta de publicidad y dedica apenas un recuadrito a los posts recientes de Good Morning Silicon Valley, que tiene nueva dirección. (Me quedo pensando, sobre ese link: ¿lo tacho?, ¿no lo tacho?, ¿lo tacho?, ¿no lo tacho? Ufa, lo tacho. Tendrían que haber hecho un redireccionamiento como la gente.)

GMSV se destaca por su permanencia, y porque hoy, como diez años atrás, sigue mandando su newsletter diaria por mail (la recibo todos los días). Eso sí, cambió de autor varias veces.

Tuvo momentos brillantes, de excelente escritura, a cargo de John Murrell, que se fue en mayo de 2010. Acá está su despedida. También era excelente su predecesor, John Paczkowski (tuve que buscar cómo se deletrea). El sucesor, Levi Sumagaysay, no es lo mismo ni de lejos. La verdad es que ya casi no lo leo.