Foto de 2006.
Algo así como las líneas de Nazca, pero en Siberia:
Captura de Google Maps (link).
Ni idea de qué hay ahí. A pocos kilómetros al sudoeste está este pueblo, o ciudad, con sucursal del correo ruso:
(Link al sitio en Google Maps.) No hay ruta visible entre un lugar y otro. Pero qué linda esta foto de Khorey-Ver:

No encuentro información del lugar. Lo que hay es una webcam de Khorey-Ver, donde se puede ver en tiempo (casi) real cómo está el lugar. En este momento es de noche. Y con un click en la pestaña “Timelapse”, aparecen capturas de lo que vio esa cámara en el pasado. Para quedarse mucho tiempo.
¿Y la sucursal de Nazca en Siberia? Ni idea.
El problema con todos mis proyectos es que yo soy mi propio Oompa-Loompa.

Tengo una relación incómoda con las normas de la RAE que voy aprendiendo. Cuando me caen bien, o veo que simplifican la vida, les hago caso. Si no, no.
Por ejemplo, me amigué con la idea de poner el punto siempre fuera de las comillas, pero todavía me resisto a hacer lo mismo con los paréntesis. Es un alivio que los este, ese y afines vayan siempre sin tilde, pero no me banco escribir guion; hasta reconocer la palabra me cuesta.
En algún caso opto por no usar una expresión para no tener que decidirme. Por ejemplo, entiendo que ni bien está mal, que debe ser no bien. Entonces no uso ni una ni la otra, pongo en cuanto, o apenas, o algo equivalente.
Últimamente vi otras dos cosas que no sabía, y todavía no estoy seguro de cómo reaccionar. Me sorprendieron, porque son de las que chocan con costumbres de toda la vida.
Una es menor, más o menos evitable hasta el punto de que tal vez nunca tenga que decidirme. Cuando uno repite una vocal con tilde (para dar énfasis, por ejemplo), la tilde se repite también. ¿Quééééé? ¡Sííííí! La solución, para mí, es no volver a repetir una vocal con tilde. Nunca más. Bueno, tampoco es que me gustara hacerlo.
La otra norma es gruesa, densa, omnipresente. Trata sobre la manera de escribir los números. Para empezar, los decimales: resulta que se puede usar la coma, igual que siempre (3,14), pero también vale el punto (3.14, como en inglés). Y para seguir, los números grandes. Hasta cuatro dígitos, van todos juntos: 1234, y no 1.234 (ni 1,234 como en inglés; por suerte). Más de cuatro dígitos: se juntan de a tres, como de costumbre, pero cada trío se separa de los demás (y acá es mejor sentarse para recibir la noticia) con un espacio: 12 345, y no 12.345 (ni 12,345). 1 234 567. Y así. Wikipedia, que se precia de atenerse a las normas aunque muchos colaboradores escriben con los codos, ya lo adoptó.
¿Qué hacemos? ¿Hay que obedecer siempre, a veces, nunca? No me termino de decidir. Tal vez porque soy un truhán (y que me corran).
- Chau

- Hasta luego
- Adiós
- Hasta mañana
- Hasta siempre
- Hasta pronto
- Hasta nunca
- Hasta la próxima
- Hasta más ver
- Nos vemos
- Nos vemos luego
- Nos estamos viendo
- Nos hablamos
- Cuidate
- Buen viaje
- Mandá fruta
- Que te garúe finito
- Buen fin de semana
- Hasta el lunes
- Fuera de mi vista
- Rajá de acá
- Preparen, apunten, fuego
- Ve con Dios
- Andá a freír churros
- Andá a cagar
- Guarda con el tren
- Hasta las próximas fiestas
- Hasta el año que viene
- Guarda con ese cable
- Bye
- ¿Te atoraste?
- Que descanse en paz
- Que duermas bien
- Que tengas un buen día
- Que te vaya bien
- Llamame
- Llamame cuando llegues
- Sigamos en contacto
- No te pierdas
- Saluda a Ud. atentamente
- Sinceramente
- Su seguro servidor
- Cariñosamente
- Saludos
- Saludos cordiales
- Quedo a la espera de su cordial respuesta
- Abrazos
- Besos
- Con cariño
- Buenas noches
- Felices sueños
- Feliz estadía
- Que te mejores
- Que sigas bien
- Saludos a la familia
- Me llaman por la otra línea
- Me quedo sin batería
- Me siento mal
- Me estoy por desmayar
- Te voy a extrañar
- ¿Hay serpientes?
- ¿Es segura esta calle?
- ¿Qué es eso que cuelga de ahí?
- Acercate más al borde
- ¿De cuándo es este puente?
- Nada como un buen chapuzón
- Después te cuento
- Suerte
- No lo tomes a mal
- ¿Cómo que no sabés nadar?
- ¿Qué le pasa a esa turbina?
- Así son las cosas
- Te vas a arrepentir
- Curemos en salud
- No me llames más
- Nada es eterno
- Ni se te ocurra
- Yo me quedo
- Yo me voy
- ¿Para qué es este botón?
- No te quiero más
- No cuentes conmigo
- Morite
- Mejor así
- Hemos batido al enemigo
- Ha sido un placer
- Esto es todo, amigos
- Contá conmigo
- No cuentes conmigo
- Basta
- Et tu, Brute?
- No
- No puedo respirar
- Mi reino por un caballo
- Hoy por ti, mañana por mí
- Seguro que no es nada
- Esto se acabó
- Colorín colorado, este cuento ha terminado
- Vivieron felices y comieron perdices
- The end
Una de las maravillosas páginas de gran formato (35 x 50 cm) de Diario de un loco, de Christian Montenegro (sobre un cuento de Nikolái Gógol, publicado por Tren en movimiento, Buenos Aires, 2018). Click en la foto para verla más grande; o, mejor, comprar el libro. No es lo mismo mirar la foto que la página impresa, pero se ven los ambientes que la hacen fuera de serie: en la tira de arriba, una sala de teatro representada con lo mínimo, y la obra convertida en formas geométricas; en la que sigue, la oficina tediosa del protagonista, con el jefe que pasa una y otra vez; en las dos en blanco y negro, la calle con árboles y una casa (ante la cual el protagonista se para sin suerte a esperar que salga su amor), y la gente bajo los paraguas; en la última, la habitación estrecha con esa camita apretada entre paredes y la caída de la noche.

Aviso para que después no anden diciendo que alguien se hace pasar por mí. Este es yo; este soy yo.







