[14/7/2003]
Etiqueta: MW+X
[14/7/2003]
[14/7/2003]
Cuando llegaba del trabajo, siempre a la misma hora de la tarde, siempre en el mismo lugar, siempre con la misma intensidad, daba un puñetazo en este lugar de la pared.
Acá, en la zona que ahora está marcada con un círculo de tiza. Pueden ver las marcas que fue dejando.
Abría la puerta, entraba al departamento, cerraba la puerta, daba media vuelta y pegaba el puñetazo en la pared, con la mano bien apretada, un poco de costado, martillando con el lado del meñique que es el que menos duele pero el que produce el ruido más satisfactorio. Siempre a la misma hora de la tarde, siempre en el mismo lugar, siempre con la misma intensidad.
Hagan la prueba, si quieren. No dentro del círculo sino más allá, a la derecha, donde la pared está limpia. ¿Ven el resultado? ¿Lo oyen? Es una buena descarga.
Así iba dejando pequeños rastros de grasa, de sudor, de la tinta del diario que había leído unas horas antes. Las huellas que poco a poco formaron esta nube negra que podemos ver. Si analizáramos la nube al microscopio seguramente encontraríamos un método para contar los días, las semanas, los meses, los años en que repitió el ritual, desde que empezó a trabajar hasta la crisis. Siempre a la misma hora de la tarde, siempre en el mismo lugar, siempre con la misma intensidad. También podríamos interrogar a los vecinos, preguntarles si usaban el ruido del golpe para poner en hora los relojes.
Pero esas pesquisas no interesaron a la policía ni al juez, y nosotros no llegaremos a hacerlas. El tribunal dio permiso al dueño del departamento para que lo vuelva a alquilar. Esta tarde vendrán a pintar la pared, y ya no quedarán vestigios de la persona que hoy nos ocupa.
[14/7/2003]
“Hace ya un tiempo que están circulando mensajes de correo electrónico cuyo texto viene en formato JPG”, dice hoy un artículo de La Nación Line. “Usted dirá que ésa es una extensión de imágenes digitales, no de texto.
“(…) ¿Cree que es un disparate? Por supuesto que lo es, pero -para que no queden dudas- desmenucemos los motivos por los que enviar texto en formato JPG le complica la vida no sólo al remitente y al destinatario, sino a todos los demás usuarios de Internet.”
El columnista (que firma Ariel Torres y también, en la misma página, Eduardo Dahl) sigue y sigue con el tema, muy sorprendido por el trabajo que se toma el emisor del mensaje. Aparentemente no se da cuenta de lo más obvio: se trata de otro truco de los spammers. Los filtros antispam no pueden analizar una imagen del mismo modo que un texto, y por eso los spammers han decidido usar imágenes. Lo veo muchas veces por día en mi Inbox. Más aún: esas imágenes suelen estar en algún servidor, no incluidas en el mensaje, de manera que con sólo ver el spam en cuestión hacemos un llamado al servidor y mostramos que nuestra dirección de email es válida.
¿Alguien le puede contar esto a Torres-Dahl?
Ahora el artículo está acá. Con el tiempo, mi observación se fue haciendo más y más obvia. Lo triste, hoy, es que muchas gacetillas “legítimas”, de espectáculos, presentaciones de libros, y toda clase de afines, vienen en jpg. Los llaman “flyers” (“volantes”, pero en inglés que queda fino), y los hacen diseñadores. A quienes los mandan les encantan porque se ven bonitos. A quienes los recibimos no tanto (y no entiendo por qué no se dan cuenta quienes los mandan, porque seguro que también los reciben). Y ni que hablar cuando uno quiere reproducir datos en otro lado para difundirlos: fecha, lugar, nombre del evento, todo se convierte en un mal karma en forma de tipeo.
[13/7/2003]
Está en una pared de la calle Echeverría, entre Crámer y Vidal, en el barrio de Belgrano. Como muchos otros graffiti (si es que también se los llama graffiti cuando no dicen una frase ingeniosa), es una obra de arte. Además, parece la firma de un artista, un Fern que tambien podría emplear las paredes de algún centro cultural o un museo para sus producciones futuras. (Si es que no lo está haciendo ya.)
[13/7/2003]
No deja de ser curioso que OK tenga un significado más o menos opuesto a KO.
Sería aún más curioso un idioma en el que “sí” se dijera “on”, “blanco” fuera “orgen”; “joven”, “ojeiv”; “siempre”, “acnun”; “par”, “non” (epa, aquí hay un problema).
[13/7/2003]
Ayer llegó nuestro ejemplar de Harry Potter and the Order of the Phoenix. Soy uno de los millones que lo encargaron en Amazon antes de la fecha de salida (el link lleva a la página del libro en Amazon UK; versión para adultos, que sólo se diferencia de la versión para niños por la tapa).
Salió caro, pero no tanto como uno se podía imaginar. Veinte euros, contando el transporte. Menos de diez centavos argentinos la página (para las 766 páginas que trae). Y considerando que no seremos menos de tres quienes lo leamos (Gabriel todavía no, al menos en inglés, pero hay uno o más amigos que aceptarán encantados el préstamo), podemos hablar de tres centavos por página por lector. Una ganga.
Todavía no lo empecé. Estoy terminando El perfume, de Patrick Süskind. Creo que lo voy a empezar mañana. Hablé con mi mujer, y quedamos en que me toca el primer turno.
Lo primero que se ve es que resulta un verdadero ladrillo. Lo segundo, que Rowling ha recorrido un largo camino: de firmar con las iniciales J. K. el primer libro para que no se supiera que era una mujer, ha llegado a ocupar toda la contratapa con su foto (blanco y negro, remera, saquito de hilo, jeans, los ojos tristes de siempre, ante una biblioteca en la que se distingue, entre otros, a Freud).
Ante una reunión multitudinaria con sus fans, Rowling dijo algo gracioso: “Esto es lo más cerca que jamás me sentiré de ser una Beatle.” Pero es que Rowling ya es una Beatle, es un fenómeno como los Beatles. Y además de que sus libros son maravillosos, me siento muy feliz de estar entre los rowlingmaníacos.
Los críticos suelen hablar de una excelente narradora “no literaria”, para emparentarla con los Dumas, Verne, Salgari, Doyle y unos cuantos de SF que hicieron mejores nuestras primeras lecturas. Y tienen razón. Pero como con los Beatles y la música, vale la pena preguntarse por dónde pasa la verdadera literatura. La situación en la alta literatura no es tan grave como con la música culta contemporánea, ni mucho menos, pero lo que hace Rowling está tan cerca como se pueda pedir de lo mejor que hay hoy en día entre las tapas de un libro.
OK, ya está. Ahora pueden empezar a tirar piedras.