Autor: Eduardo Abel Gimenez

Cazando mariposas

[20/4/2002]

Fue a cazar mariposas con una red y se trajo sin querer un elefante. El problema, ahora, es cómo alimentarlo.

Sale el sol una vez cada veinticinco años

[20/2/2002]

Sale el sol una vez cada veinticinco años. Brilla un minuto y se va. Medio enceguecidos, se quedan todos discutiendo sobre lo que vieron o lo que les quemó los ojos. La discusión declina (o crece en profundidad, según el punto de vista) durante los siguientes doce años y medio. Luego empieza la cuesta ascendente de otros doce años y medio, hacia el próximo destello: que las leyendas, que las teorías, que antes era distinto, que ahora será distinto, que alguien lo va a fotografiar, que alguien ya lo ha fotografiado, que todo es falso, que no me va a volver a pasar lo mismo.

Gabriel empieza a usar el Photoshop

[20/4/2002]



(La mirada de esa mariposa que está saliendo de la crisálida.)

[20/4/2012]

¡Encontré el original sin reducir! Click para verlo todavía un poco más grande:

La humanidad

[18/4/2002]

Me acuerdo de esos relatos de ciencia ficción que leía de chico, donde, por ejemplo, la humanidad decidía finalmente irse a vivir a esas bonitas estaciones espaciales y dejar la Tierra como parque natural para las generaciones futuras.

“La humanidad” venía a ser algo así como yo, mi familia, mis amigos, y tal vez algunos vecinos molestos. Ah, y aquellos tipos raros, en el rincón del fondo, los que hablaban en otro idioma. Que de todos modos siempre estaban de acuerdo con nosotros.

Así todo era tan fácil, y yo lo creía.

[18/4/2012]

A veces, la humanidad decidía emigrar a las estrellas en grandes naves-arca, y en la Tierra solo quedaban unos revoltosos desconformes que de todos modos acababan matándose entre ellos. O si no, la humanidad se autodestruía en una guerra atómica, y solo quedaban los pocos que se habían ido en las naves-arca. O si no, la humandiad decidía abandonar el culto a lo material y urbano para dedicarse a una vida espiritual y bucólica, aunque siempre quedaba una semilla de maldad que más tarde…

Era una noche tormentosa

[18/4/2002]

[18/4/2012]

La fuente era una captura de un video que tomé en Palermo en 1991, que no encuentro. Me divertí mucho con el Photoshop.

El gorrión y las dos ramas

[18/4/2002]

Las fábulas de Gimenez.
Hoy: El gorrión y las dos ramas

Un gorrión volaba hacia un árbol del que salían dos ramas, una hacia la izquierda, la otra hacia la derecha.

El primer impulso del gorrión fue ir a posarse a la rama de la izquierda. Pero no, algo lo llevó a reconsiderar la decisión, y giró hacia la rama de la derecha.

De todos modos, no carecía de beneficios la posibilidad de utilizar la rama de la izquierda, así que una vez más torció el rumbo. Aunque la rama de la derecha, obviamente, tenía sus virtudes, y hacia allí reorientó su vuelo.

Un instante después, la rama de la izquierda volvió a parecerle tentadora. Corrigió la orientación, sólo para volver a engolosinarse con la perspectiva de un descanso en la rama derecha. Y otra vez quiso modificar la dirección que llevaba.

Pero era tarde. El gorrión se estrelló de cabeza contra el tronco.

Moraleja: Los árboles están mal diseñados.

Modular PC Downsizes the Computer

[18/4/2002]

Modular PC Downsizes the Computer (AP en Yahoo!): “A little-known San Francisco company called OQO Inc. announced on Tuesday a ‘modular’ computer that crams processor, memory, battery and storage into a package the size of a paperback novel.”

Cuando el dólar vuelva a estar barato (sí, ya sé, no me digan), por fin vamos a poder llevar la computadora al baño.

[18/4/2012]

El artículo ya no está en Yahoo, pero lo encontré en otro lado. OQO Inc., según Wikipedia, dejó de operar en 2009. El dominio oqo.com muestra una página en blanco, lo que es una pena porque ahora OQO, por supuesto, es una editorial española de libros para chicos.

Sobre el tema de llevar la computadora al baño, está claro que el futuro llegó en algún momento de estos últimos diez años. En mi caso, cuando el correo me trajo el Kindle. En otros, con el iPad.

(Mensaje para el próximo futuro que venga: “Kindle” es una marca de aparato especializado para leer libros digitales; “iPad” es una computadora portátil del tipo que ahora se llama “tablet”. Seguramente seguirá habiendo artículos al respecto en la Wikipedia, que por supuesto no hará falta recordar qué es.)

¿Amistoso?

[17/4/2002]

Las itálicas son mías:

Clarín: “El equipo de Bielsa consiguió la victoria en Stuttgart con un gol de Sorín. Aimar y Gallardo tuvieron que dejar la cancha lesionados. Seguramente será el último amistoso de Argentina antes del Mundial.” (sic) (o tal vez sick)

¿Cómo van a ser, de aquí en más, los partidos no amistosos?

El viajero del tiempo – Capítulo 1

[17/4/2002]

El viajero del tiempo llega al mundo del futuro
Hoy: Cristales y radios

El hombre del traje metálico sacó del bolsillo un cristal transparente, del tamaño de una pelota de ping-pong. Lo insertó en una depresión de la máquina y se sentó en la butaca derecha. Ante él se desplegó una consola con diales y botones. A mí me invitó a ocupar la butaca izquierda.

Las luces decrecieron hasta dejarnos casi a oscuras. Al mismo tiempo, la pared de enfrente empezó a brillar y se cubrió con un remolino de letras de colores.

—La biblioteca mundial —anunció el hombre del traje metálico, mientras las letras formaban títulos veloces, páginas en movimiento, párrafos en forma de río.

El hombre pulsó dos botones, giró un dial. Una escritura de aspecto antiguo llenó la pared.

—Shakespeare —dijo el hombre.

Rápidamente, partituras complejas ocuparon su lugar.

—Bach —dijo el hombre—. Piribí porobó, piribí porobó, piribí porobó lo ló —tarareó la melodía del primer movimiento del tercer Concierto Brandeburgués.

El hombre manipulaba el contenido de la pared moviendo los controles como un músico virtuoso ejecuta su instrumento. Las partituras dieron lugar a un reguero de fórmulas, que terminó en un radiante “e igual a emecé al cuadrado”.

—¡Einstein! —exclamó el hombre del traje métálico.

El río de información se ensanchó y la corriente se hizo más lenta, convertida en una lista de títulos, aparentemente infinita. El hombre del traje metálico me miró con una sonrisa de satisfacción.

—Toda la sabiduría que ha acumulado el ser humano está aquí -dijo, señalando el cristal que había sacado de su bolsillo—. Cada libro escrito por el hombre, cada descubrimiento científico, cada obra de arte.

Volvió a extraer el cristal de su nicho y lo elevó a la altura de su frente, con un gesto de veneración. De inmediato, la pared se apagó y las luces volvieron a la normalidad. La consola se replegó a un lado de la butaca.

—Toda persona -continuó- recibe un cristal como este cuando cumple los doce años. Y luego, cada lustro o cada década, le es permitido peregrinar al Centro Mundial para actualizar la información. Porque, ¿sabe? —hizo una pausa—. ¡En el cristal aún queda espacio libre!

El cristal y la pared luminosa no eran las únicas sorpresas que iba a recibir ese día. El hombre del traje metálico me señaló un mueble no muy diferente de una radio común y corriente. Lo encendió y empezó a mover el dial. Un sonido como el que haría un telegrafista inhumanamente rápido emergió del parlante.

—Habrá reconocido el código Morse, sólo que acelerado —dijo el hombre—. Pues bien, este aparato es nuestra radio-periódico. Vea lo que sucede ahora.

Pulsó un gran botón rojo, y de una ranura que antes no había visto empezó a salir una tira de papel, de unos diez centímetros de ancho. Estaba escrita por la parte superior:

“CAOS EN LA LUNA. La rebelión de los robots se extiende por las cúpulas.”

No alcancé a leer más. El hombre arrancó la tira de papel con rabia.

—¡Siempre malas noticias! —exclamó, mientras la arrojaba, arrugada, a un rincón de la habitación.

—Igual es una maravilla —traté de consolarlo.

(Continuará.)

(Con respeto, a los escritores de ciencia ficción que inventaron el futuro durante el siglo pasado.)

[17/4/2012]

Siempre me divirtió el “retrofuturo” (palabra que en el año 2002 yo no conocía, o tal vez no existía). La idea de este capítulo de una supuesta novela era, como queda claro, parodiar lo que se pudo haber predicho en otra época sobre este mundo de computadoras e Internet. En los días siguientes escribí dos capítulos más, y ahí quedó el tema.

Pero el título me siguió picando durante todo este tiempo. Hasta que el año pasado escribí una novela (auténtica esta vez) llamada El viajero del tiempo llega al mundo del futuro, que no incluye ninguno de estos capítulos de 2002, pero tiene como tema el retrofuturo. La acaba de publicar el Grupo Editorial Norma.

Más sinánimos

[17/4/2002]

Alberto Sejas aporta nuevos sinánimos. Entre otros:

  • El sinánimo de “dólar” es “peso”.
  • El sinánimo de “sinónimo” es “sinánimo”. (!)

Actualización: tras ver lo anterior, Luisa Axpe agrega:

  • El sinánimo de “homónimo” es “parónimo”.
  • ¿Y cuál es el sinánimo de “sinánimo”?
[17/4/2012]

Y días después, Jorge Varlotta dice del sinánimo de “sinánimo”: “Sinónimo (es muy sutil)”.

Aquí en MW+X, los sinánimos tienen su propia etiqueta.