Autor: Eduardo Abel Gimenez

Juicio a las diez

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Esta es la tapa de mi novela Juicio a las diez, con las alas desplegadas. Dice la contratapa:

“La mujer de la terraza había quedado en la terraza, y tal vez no fuera posible encontrarla en otro sitio, reconocerla, huir de ella como había huido antes”.
El día empieza con un hallazgo que perturba. A partir de ese momento, cada paso es una lucha entre el deseo y lo posible, mientras los recuerdos hacen fila para volver ennegrecidos.
Juicio a las diez obtuvo el segundo premio de novela del Fondo Nacional de las Artes.

El diseño de tapa es de Luciano Andújar. El ISBN: 978-987-47294-1-5. Tiene 140 páginas. Estará disponible a principios de julio.

El dato exótico es que la escribí en 1988. No quiso ser una novela de época, pero transcurre en aquel presente y se ven en las descripciones y actitudes los treinta años que pasaron. Lo más obvio: nadie tiene celular; hay teléfonos públicos en la calle. El narrador lee Clarín en papel; usa los ceniceros de los cafés.

Este es el primer capítulo, de un total de doce: Continue reading “Juicio a las diez”

Los primeros tres

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Así se ve la colección de libros de la era industrial de Dábale Arroz. La serie empieza con tres novelas inéditas, tres lecturas atrapantes en registros completamente distintos.

  • La vida láctea, de Cris Zurutuza
  • Fantasmas, de Marina Berri
  • Juicio a las diez, de Eduardo Abel Gimenez (2° premio de novela del Fondo Nacional de las Artes, 2016)

Esto sigue con cuentagotas: mañana, más datos.

Dábale arroz llega a la revolución industrial

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Hace siete años, Natalia Méndez y yo empezamos con nuestro emprendimiento de publicaciones artesanales: Dábale Arroz. En la foto está casi todo lo que hicimos desde entonces: mis “23 microcuentos”, “Rinoceronte y otros especímenes”, “Desencuentros” (ilustrado por Fernanda Bragone), algunos sobres con poesías y microcuentos. Más las creaciones de Natalia: “Nochevieja”, “Las olas de los sueños” y los e-fanzines (que se completan leyendo códigos QR para ver gifs animados).

Vamos a seguir con estas publicaciones, y varias nuevas que estamos planeando.

Pero además, ahora Dábale Arroz entra en la era industrial, con la publicación de libros en formato tradicional, salidos de una imprenta. Durante esta semana voy a dar los detalles de nuestras primeras ediciones industriales, y cuándo y cómo conseguirlas.

Seán “Balín” O’Flannagan

La vida de Seán “Balín” O’Flannagan (segundo desde la derecha) fue un frenético ir y venir, siempre en la mira del destino. Su célebre frase “¡Temporada de patos!” fue, por mucho tiempo, atribuida indebidamente a Bugs Bunny.

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Ingrid Perinola Ruiz

A lo largo de su accidentada vida, Ingrid Perinola Ruiz demostró que las limitaciones físicas no impiden llegar al éxito y la realización personal. Las vueltas del destino la llevaron por rincones impensados, donde debió complacer a los más poderosos jugadores. Siempre triunfante, siempre positiva, Ingrid supo encontrar un giro a favor aun en la más abyecta adversidad.

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Eduardo Caín Gimenez

Especie de Mr. Hyde de cierto personaje porteño. Se lo suele ver en los barrios apartados, de noche, pirateando salamines y pedazos de queso de bolsas distraídas.

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Penélope Doma Chazo

Desde la cima de su imperio inmobiliario, Penélope Doma Chazo se ríe de todo, menos de quienes pronuncian su nombre de corrido y sin pausas. “Soy Penélope, coma, Doma, coma, Chazo”, dice una y otra vez. A sus espaldas, la gente se sigue burlando de ella. Por un tiempo decidió abandonar su primer apellido, pero entonces el mundo empezó a pronunciar de corrido Penélope Chazo, y tampoco le gustó.

Tiene el hábito de nombrar los edificios que construye —todos cilíndricos— con el apodo que le dan sus personas queridas. Así, la ciudad se fue poblando de Pene I, Pene II, Pene III… Pero la pobre Penélope no encuentra solaz ni siquiera en sus negocios exitosos. Hace poco, cuando llegó al edificio XXX, las redes sociales se poblaron de comentarios mordaces.

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Saverio Octavino Pus

El advenimiento de la fe significó un antes y un después en la vida de Saverio Octavino Pus. Hasta entonces, sus amigos lo llamaban Pussy (por Pusilánime, el verdadero apellido que ya su padre había decidido cambiar). Convertido en creyente de la noche a la mañana, logró que le aplicaran otros apodos mientras divulgaba su benigna filosofía de vida desde los más altos estamentos de la Iglesia.

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María Abstinencia Moleskine

Desde su profundo aislamiento, María Abstinencia Moleskine cambió el panorama de la poesía universal con sus primeras obras, tan escasas como breves. A partir de “Me quiere mucho, poquito, nada”, y especialmente de “Pan con pan comida de zonzos”, el mundo comprendió que había otra manera de decir, un mecanismo más profundo para comunicar —de alguna manera— la pavorosa realidad del yo consciente.

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Bernardino Bazterrica Culo

Hacia 1850, los Bazterrica Culo ya eran dueños de un 40% de la Península Ibérica. Ese porcentaje creció hasta un espectacular 98% en pleno franquismo, cuando Bernardino Bazterrica Culo se hizo cargo de los bienes de la familia. Desde allí solo fue posible entrar en decadencia. En 1999, expropiado y desterrado, Bernardino partió con rumbo incierto, aunque se cree que podría estar relacionado con la reciente anexión de Crimea por parte de la Federación Rusa.

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