En el fondo de cada escrito, quiera o no, por más cuidado que ponga, escondida entre las palabras y los silencios, como una trampa siempre lista, cruel, insensible, automática a la manera de un arma, preparada para el golpe bajo, la zancadilla, dispuesta a descalificarme, descalcificarme, desedificarme, inconmovible, estúpida con la estupidez profunda de un universo unipolar, ahí donde menos esperaba, y hasta me da vergüenza decirlo porque nada hay más lejos de lo que busco, de lo que espero de mí, ahí mismo se esconde peor que una araña, peor que un fantasma, peor que mis intenciones, una enseñanza.
Categoría: Lo poco
El primer doblez no sale bien, no insistas. Queda así, desparejo. Hay que arreglarlo con el segundo, hay que esconder esa imperfección porque si no es tarde.
El problema del segundo es el rincón, se arruga por dentro y parece que fuera una ley física que prohibiera el rincón sin arrugas.
Antes del tercer doblez hay que empezar a sentir algo parecido al triunfo, aceptar el reto con energía y rapidez. A partir de ahí ya no importa tanto, la cosa acabará mal por cualquier motivo, y te va a llevar más de un instante decidir si con eso alcanza o si hay que empezar todo de nuevo.
Es automático. Cada vez que se produce una excepción, queda confirmada una regla.
Nos pusimos a hacer una canoa de madera
y otra canoa en un papel
y una canoa de pasto
y otra de metal fundido
y también hicimos un río para poner las canoas
y otro río que nos quedó adentro por mal plegado
y tantos ríos y canoas nos cambiaron el sueño
y nos hicieron pensar en la muerte
y nos desencaminaron
y así fue que salimos a andar por los charcos de la avenida
y no volvimos hasta el día siguiente
y las canoas se habían extinguido
y nos daba mucha sed.
Al cajón de abajo van cayendo las cosas que sobran en los cajones de arriba, las que resbalan por atrás, las que nadie ve o nadie quiere mirar, las que atraviesan la madera, las demasiado chicas para quedarse por mucho tiempo en un lugar, las que se caen de las manos, las que no caben en las categorías de los otros cajones, las que reptan, las que no se cierran, las que duelen, las que no se abren. Por eso el que está con llave en este mueble no es el cajón de arriba, sino el de abajo.