Libro de notas

[4/4/2002]

Libro de notas, diario de los mejores contenidos de la red en español.” Un buen weblog hecho en España, donde tres personas seleccionan artículos de diferentes sitios y los presentan con un párrafo breve y un link. Como todo el mundo, buscan sponsors. A veces incluyen referencias a notas de Imaginaria.

[4/4/2012]

Lo admirable es que sigue existiendo. Nunca pararon. Marcos Taracido y Manuel Haj-Saleh tienen la perseverancia que nos falta a casi todos los demás. Como dicen en su “faq”: “LdN no tiene ánimo de lucro y todos los ingresos que reciba serán reinvertidos en el mantenimiento y mejora del sitio.” La lista de colaboradores del sitio se las trae.

Hace un tiempo vienen publicando Pequeño LdN, para chicos.

Jesus & Satan

[4/4/2002]

Jesus & Satan Computer Contest (via Douglas Wright).

[4/4/2012]

Es uno de mis chistes favoritos, de esos pocos que siempre recuerdo.

Los “weblogs”

[4/4/2002]

“Los ‘weblogs’, un fenómeno de Internet que crece en la Argentina.” Clarín; una nota bastante superficial. Menciona dos directorios, www.weblogs.com.ar y www.bitacoras.net. En el primero tienen un vicio imperdonable: cuando uno clickea para visitar un weblog de la lista, hacen que siga apareciendo la dirección de ellos; así, parece que ellos alojaran el weblog en cuestión (lo cual no es el caso), e impiden que uno pueda hacer un link con facilidad. (Artículo descubierto vía E-Media Tidbits.)


Actualización: Es una alegría ver que en www.weblogs.com.ar eliminaron el “feature” que nombré más arriba, apenas minutos después de enviarles mi crítica al respecto. Además, me escribieron sobre el tema un email muy atento. Este nivel de respuesta es muy adecuado al medio (los weblogs) que buscan cubrir.

[4/4/2012]

Quienes hacían weblogs.com.ar eran nada menos que Mariano Amartino (Denken Über), Lucas Worcel (Korochi) y otros pioneros del ambiente. A raíz de este primer contacto los conocí, estuve en alguna reunión de bloggers de la época, y empecé a sentir pertenencia a algo que no se sabía bien qué era. Y que no duró mucho, porque si bien bloguear era por entonces una actitud, ¿cuánto podíamos tardar en descubrir que el “blog” era un formato, y no un género o un estilo?

Los links no llevan a nada, salvo el de E-Media Tidbits, que dejó de actualizarse en 2010. La nota de Clarín está acá (y no estaba nada mal en 2002). Dice el copete: “Son sitios de sólo texto que hacen furor en una Red congestionada de efectos especiales. Con los weblogs se crean verdaderas comunidades en torno a un interés común. Un recurso para la información, la creatividad y la diversión.”

La sintaxis de mi vida

[3/4/2002]

La sintaxis de mi vida
se organiza en torno a un circo
de etiquetas.
Caligráfica experiencia,
caligráfico cilindro
que delimita mi oxígeno.

(Fragmento de El tiempo de la jalea eléctrica, canción que compuse en 1974.)

[3/4/2012]

Otro fragmento de la misma canción:

Tan alejados, yo y mis manos
pertenecemos a dos siglos diferentes.

Tengo en un estante, a mano, la carpeta donde están las canciones de aquella época, escritas a máquina.

FAQ

[3/4/2002]

FAQ (Frequently Asked Questions).

[3/4/2012]

Hay una que falta: Are we there yet?

Bookman

[3/4/2002]

“Bookman lee con dificultad (y lentitud) porque se queda mirando los espacios blancos de las interlíneas, en los que cree ver formas (como fantasmas o como mapas), diagonales formadas por una misma letra, el perfil de alguna persona conocida, y otras cosas por el estilo (como cuando uno mira un piso de esas baldosas formadas de muchas piedritas, en las que se ven caras y figuras —y que hacen que uno se quede largos ratos en el baño).

“Se detiene a contemplar la elegancia de una ‘a’ en Times New Roman, por ejemplo. El relieve (bajo) de algunos impresos en linotipo (la sensación de cosquilleo al pasar la punta de los dedos por esta textura —de textos).”

(Douglas Wright, en La página de Douglas, que solía ser la sección de humor de Imaginaria.)

[3/4/2012]

Después, Douglas convirtió la sección de humor de Imaginaria en el jardín de El Jardinero Mágico, que lleva años regando las flores de manera original.

Hace poco, Douglas volvió a dibujar a Bookman en su blog Otros Douglas: uno, otro, otro. Y hay más.

Texto condicionado de Luisa Axpe

[2/4/2002]


Siguiendo una de las reglas que propuse en “Textos condicionados“, Luisa Axpe me escribe:

Duelo con A

Atacó al alba. Avanzaba agazapado, aspirando aire asfixiante.
í¡Alto ahí!
Angustiado, atendió. Amagó apaciguarse, aminoró.
Armas adormecidas ambicionaron ardor.
Aceleró, alcanzó a abalanzarse.
Astuto, alguien agredió antes.
Apenas alcanzado, abatido, amansóse.

Juan Falú

[2/4/2002]

Juan Falú toca la guitarra con la caja apoyada en la pierna derecha, de manera que el mástil queda cerca del pecho. Así, la mano izquierda actúa como protagonista, mientras arma las notas: a veces las aleja, y a veces las acerca tanto al plexo solar que esas, las elegidas, no pueden dejar de ser centrales para la música.

La cabeza de Juan Falú se mueve de acuerdo a una combinación de esa mano izquierda y el proceso interior que lo lleva a tocar como toca. Cuando los dedos bajan un semitono, con un movimiento rápido de derecha a izquierda, la cabeza los acompaña, como señalando “hacia allá, hacia allá”. Cuando el dedo mayor se alza sin aviso para crear una nota profunda en la sexta cuerda, la cabeza se echa hacia atrás, con la barbilla apretada al cuello, y las cejas acompañan el movimiento hacia arriba. El resultado es tan intenso que el oyente puede sentir ese movimiento desde las tripas.

En cuanto empieza a tocar, Juan Falú aprieta los labios en pico de pato. Es automático, y no los suelta hasta la última nota de cada pieza. El pico avanza y retrocede según las necesidades de la música, y se complementa con semisonrisas hacia un lado o hacia otro, según la dirección de una melodía o una progresión armónica.

Con toda seriedad, Juan Falú toca melodías a dos voces que suben y bajan en forma paralela, usando la segunda y la tercera cuerdas y un sonido dulce cargado de vibrato: uno de los recursos más tradicionales del folklore. Y de pronto la armonía se dispara en cualquier dirección, hacia acordes completamente impredecibles, uno tras otro, de un modo que parece que no va a terminar nunca; y mientras avanza, Juan Falú sonríe cada vez con más amplitud, se hace cómplice de esos acordes, dice al público “¿Ven? ¿Ven lo que se puede hacer?”.

Los ojos están casi siempre fijos en esa mano izquierda que es dueña de la interpretación. Pero a veces suben un poco, y es ahí que ve a mi hijo que duerme profundamente en la primera fila. Sonríe, aunque la música no lo requiera, y un segundo después me ve a mí, que estoy devolviendo esa sonrisa. Más tarde, en el vestíbulo del auditorio, Juan Falú le va a acariciar la cabeza a Gabriel, reconociéndolo.

El auditorio del Museo del Mar, en Mar del Plata, es una sala chica y cómoda. Ideal para ir temprano, encontrar sitio en la primera fila y dedicarse a entender el lenguaje de gestos de un maestro de la música.

[2/4/2012]

Me atreví a mandarle la reseña a Juan Falú, por mail. Me contestó muy amable. Le gustó, y era la primera vez que encontraba una reseña basada en el lenguaje corporal. Me gustaría tener a mano su respuesta, pero es lo que pasa con el mail anterior a Gmail: está atrapado en un archivo de Outlook, grabado en un CD, inaccesible porque no tengo Outlook instalado.

Juan Falú en Wikipedia, sitio personal, y en YouTube. Sobre el link al Museo del Mar, ya lo advertí antes: cuidado que arranca con música y no hay cómo silenciarla.

April’s Fool

[1/4/2002]

[1/4/2012]

Google sigue con sus bromas del primero de abril. Fielmente, cada año, presenta alguna superproducción al respecto.

Esta vez le toca a Google Maps. Acaban de presentar la versión en 8 bits para NES (Nintendo Entertainment System), la consola de juegos de 1985. Primero, video introductorio en YouTube:

  [youtube https://www.youtube.com/watch?v=rznYifPHxDg]

Y después, Google Maps en 8 bits como opción verdadera (poco útil, pero muy graciosa), con zoom y todo:

Esto seguramente va a desaparecer mañana. Gente rara la de Google.

Notas de Mar del Plata

[30/3/2002]

Sí, vinimos otra vez. A un hotel más caro que el anterior, pero peor. Las alfombras conocieron buenas épocas, tal vez en otro edificio. Los mismos clientes de la década del 60 vuelven siempre, y no se dan cuenta del deterioro (del hotel, así como el de ellos).

En la habitación faltaba el control remoto de la tele. Lo pedimos en conserjería, y nos dijeron que era normal, que la gente se los lleva. Igual nos dieron uno. Susanne estaba asombrada: ¿por qué se lleva la gente un control remoto? Después de darme una ducha descubrí la respuesta: porque en este hotel no vale la pena llevarse las toallas.

Llegamos ayer viernes, al mediodía. Al mediodía de Ferrobaires, que empieza hacia la una y media de la tarde. Llovía. Dos hombres trataban de ganarse unas monedas a cambio de simular que organizaban la cola de los taxis. Tenían bastante éxito, en lo que hace a las monedas.

Estuvimos en un cibercafé, donde Gabriel pudo jugar un rato con Orisinal, que le encanta. Y también con un juego de Garfield que estaba en la computadora. Había que manejarlo con el teclado, mientras una música tecno (ajena al juego y a la computadora, pero impregnada en las paredes del local) hacía lo posible por impedirlo. La impaciencia de Gabriel no me dejó leer las instrucciones, así que estuvimos un rato haciendo que jugábamos a algo que hacía de divertido, mientras Susanne tomaba una verdadera cerveza.

En este momento llueve muchísimo. Hace un minuto me llamó la atención un ruido, y pensé: “La lluvia.” Levanté la vista y no, era la máquina de hacer café. Entonces me di vuelta para ver la calle, y a la vez la máquina se detuvo. Vi la lluvia y oí su ruido auténtico. ¿Cómo puede una falsa alarma ser verdadera a pesar de todo?

Esta mañana, durante las dos horas en que no llovió, fuimos a la playa. Gabriel saltó y corrió lo suficiente para justificar todo el viaje. El guardavidas pasaba el tiempo tocando silbato a quienes se aventuraban a caminar por la escollera, exactamente por debajo del nivel de las peores olas. El sol echó un vistazo, se dio cuenta de que no valía la pena y desapareció otra vez. Gabriel hizo montañitas de arena húmeda, ahí donde las olas iban y venían, y disfrutó de la destrucción consiguiente. Juntó plumas y caracoles. También se mojó la ropa y luego la ropa de repuesto, después de lo cual volvimos al hotel.

No está mal, en realidad. Comemos cosas ricas. Vamos a ir al Museo del Mar a ver a Juan Falú (¿en una pecera?). Tengo esta hora de tranquilidad mientras es el turno de Susanne de ir a Sacoa.

El tren de regreso sale mañana, domingo, a las seis y pico de la tarde.

[30/3/2012]

¿Puedo decirlo? Estoy orgulloso de este post. Ya está.

Los links: Museo del Mar (cuidado que arranca con música y no se puede hacer callar). Juan Falú: sitio personal, y en YouTube.

Unos días después escribí una reseña sobre la presentación de Juan Falú.