Etiqueta: Mágica Web

Mail de Jorge

[21/3/2002]

Me escribe Jorge Varlotta:

‘Nunca sentí la necesidad de estar en el medio de un grupo de músicos. El lugar de elllos es allá y el mío es aquí, maldito sea, escuchando lo que ellos están haciendo allá. La música que lo rodea a uno, que viene de una serie de fuentes invisibles, es engañosa, irreal, y especialmente fácil de olvidar.’ Palabras de Travis McGee, personaje de John D. MacDonald, “Cielo trágico” (The dreadful lemon sky), Emecé, colección El Séptimo Círculo nº 288, tradución de Elisa A. Troiani, Buenos Aires, julio de 1976.

“Ps. Ahora que lo pienso, eso vale también para el cine. La pantalla allá y yo aquí, y no yo en el medio de la acción, con la balas zumbándome en los oídos y las bombas estallándome en el culo.”

Buena comparación, Jorge. ¿Y la literatura? ¿Por qué es diferente? ¿Tal vez porque no transcurre en tiempo real?

Mirar la foto como si eso de ahí estuviera vivo

[20/3/2002]

Opciones:

  1. Es muy pequeño. Nada en el centro del vaso que estoy a punto de tomar. Inútil llamar al mozo: va a decir que vino conmigo, de donde sea que yo haya llegado. Por mi aspecto, no tan diferente de lo que veo.
  2. Es muy grande. Viene hacia mí desde más allá de la ventana. No sé si el vidrio resistirá. Por ahora, la luz tiene mala puntería.
  3. Lo estoy soñando. Vive en un planeta de aire. La luz intensa es su medio de propulsión. Una guía de turismo revisa folletos, pero en ninguna parte dice si es carnívoro.
  4. Agoniza. Se deshace en hilachas. El ruido es ensordecedor, pero no entra en la foto. Como tampoco entra el olor, que ahora me alcanza como una torta de crema en una película de Los Tres Chiflados.
[20/3/2012]

En un intercambio de mails, Jorge Varlotta me convenció de que esto era más efectivo sin la foto. El texto tal cual, como si la foto existiera.

The Web is a world that is profoundly social

[19/3/2002]

The Web is a world that is profoundly social. Its geography itself is social, a map of connections and passions. It is thus a world that we’ve made for ourselves that is a reflection of our best nature and a place where can imperfectly perfect our imperfect natures.” (David Weinberger, uno de los autores del Cluetrain Manifesto.)

[19/3/2012]

En el año 2002, decir que la Web era profundamente social era realmente adelantarse a la época. Para ayudar a la memoria: no existían Facebook, Twitter, Google+, LinkedIn, etc. Tampoco YouTube. La Wikipedia recién empezaba. And so on and so on (como diría Vonnegut).

Por supuesto, David Weinberger, y en general los autores del Cluetrain Manifesto (¡de 1999!) tenían y siguen teniendo las cosas muy claras. (Pero de Rick Levine, uno de los cuatro autores, no hay noticias. Ni siquiera artículo en la Wikipedia.) David W., sin ir más lejos, sigue blogueando en la misma dirección de aquel entonces. Y ni que hablar que los links funcionan y seguramente seguirán funcionando por mucho tiempo más. 

Fotos de volcanes en actividad

[19/3/2002]


Volcano live (sobre todo a partir del índice de fotos). (Vía BlueEar.)

[19/3/2012]

Sigue andando. Pero claro, diez años después hay fotos de volcanes por todas partes. En caso de duda, buscar en Google.

BlueEar no, no anda más. Ni me acuerdo qué era.

Pong

[18/3/2002]

Pong: aquel juego de video en que cada jugador movía una pequeña barra blanca que hacía de paleta, tratando de darle a un cuadrado blanco aún más pequeño que hacía de pelota, sobre un fondo negro que hacía de cancha. Ahora, dando un nuevo paso en la evolución de los juegos de computadora, llega Pong: The Text-Based Game. (Vía Good Morning Silicon Valley.)

[18/3/2012]

Ese Pong ya no existe. Pero hay otro.

De Good Morning Silicon Valley ya hablamos. El link de arriba anda, pero con trampa porque no redirecciona al verdadero GMSV, sino que muestra propaganda y un nuevo link, que ahí sí va a donde debe.

La parte

[18/3/2002]

Esto es una parte de… ¿qué?

(Ver la solución.)

[18/3/2012]

Hay cosas cuyo único sentido es el sentido del humor.

La solución también está acá, en MW+X.

Saliendo de la ciudad

[18/3/2002]

El tren se puso en marcha cerca del centro. Las personas que quedaban de pie en el andén fueron perdiendo sus rasgos: con el aumento de velocidad, la cara detallada dio paso a una cara genérica, y la cara genérica a un borrón.

Un poco más allá, los edificios altos y apretados se turnaban con calles repletas de autos. Zap, edificios. Zap, autos. Zap, el timbre de una barrera. Los ruidos se hicieron agudos, rápidos. En el vagón aumentó el volumen de las voces. La música de los rieles aceleró el compás.

De a poco, el cielo ocupó un espacio mayor. Las construcciones se hicieron bajas, los autos escasos. La gente difusa de las calles parecía caminar con otro tiempo por delante, aunque el tren les daba cada vez menos oportunidad para mostrarse. Aparecieron los primeros baldíos.

No había estaciones en el camino, de manera que, por mucho tiempo, el tren no se iba a detener. Al contrario, la velocidad seguía aumentando. El mundo, de a poco, se dividía en franjas: aquí cerca, una cinta verde y gris, de pasto y piedra rápidos y sin forma. Allá, a varios metros, una montaña rusa de casas, árboles, jardines, potreros. En el fondo, visible por momentos, un territorio bastante estable de campo y bosque y edificios aislados. Nos acompañaban las nubes, más observadoras y pacientes que el tren.

Las casas, que venían achicándose, llegaron a quedar por debajo de los árboles. La mayoría de los techos eran planos, algunos rojos e inclinados. Había caminos de tierra, nuevas franjas de pasto. Diez o quince casas por manzana, una o dos personas apenas visibles en el torrente. Y enseguida cinco casas por manzana, y luego tres.

Con mover la cabeza rápidamente de adelante hacia atrás era posible detener por un momento la carrera del paisaje. Así, se pudo ver un perro que le ladraba al tren, tal vez el último de los perros, justo antes de que las casas y la gente se terminaran. Para entonces sólo quedaba el trazado de las manzanas, algunas plantas, el sol por encima de la nube final. Los árboles también se hicieron escasos, y pronto desaparecieron.

El trazado perdió espesor y riqueza. En vez de calles de barro entre alambradas empezó a haber sólo líneas. Cada calle transversal a las vías estaba formada por dos paralelas cuya imagen barría la ventanilla como un limpiaparabrisas que andaba siempre hacia atrás.

Ya se podía entrever la trama básica, el cuadriculado a los pies de todo. Entonces, las líneas puras y limpias de arquitecto se convirtieron en garabatos de bocetador. Carbonilla, lápiz blando. Como al comienzo del viaje, nada era del todo recto, pero ahora estábamos llegando al origen.

Por último, el sol se reflejó en la superficie brillante, sin tierra que la ocultase. El tren alcanzaba su mayor velocidad, rumbo al papel vacío.

[18/3/2012]

Tenía un borrador de este cuento, escrito el año anterior. Para ponerlo en la Mágica Web lo reescribí. Y le tomé el gusto. Pronto vendrían muchos más cuentos, pero del todo nuevos.

¿A qué hora?

[17/3/2002]

—¿A qué hora está tu programa favorito? ¿Lo sabés? —le pregunto a Gabriel. Estamos hablando de la tele.

Gabriel mira por la ventana de su pieza, agachándose un poco porque la persiana está medio baja, y señala hacia afuera:

—Está cuando no hay tantas nubes.

El sitio de Graciela Montes

[16/3/2002]

Estoy mudando el sitio de Graciela Montes a un nuevo proveedor de espacio en la Web. Hasta ahora, todo bien.

[16/3/2012]

Es una gran pena que el sitio de Graciela no exista. (En este momento, al visitar el dominio se ve una instalación genérica de WordPress, sin ningún contenido agregado, con fecha de septiembre de 2011. No sé de qué se trata.)

¡No soy ladrón!

[16/3/2002]

“I’m no thief! I download songs, but I also buy CDs”, dice Siva Vaidhyanathan en un artículo publicado en MSNBC.com. El artículo da una buena explicación de por qué las grandes grabadoras tendrían que haber llegado a un acuerdo con Napster en vez de destruirlo. Y por qué tendrían que halagar a sus clientes en vez de insultarlos.

[16/3/2012]

El artículo ya no está. Al buscar la cita en Google sale otro sitió que lo linkeó, y la Mágica Web. Nada más.

Sigue siendo cierto que quien baja canciones no es ladrón. Pero la cuestión va mucho más allá. La guerra del copyright es uno de los dos grandes temas de los que depende el futuro de Internet. El otro: los regímenes represores y la tentación de los gobiernos democráticos de imitarlos (y dejar de ser democráticos en el proceso).

No, perdón. Vuelvo para agregar otros grandes peligros para el futuro de la red:

  • La privatización. Los “jardines vallados” que actúan como fronteras. Google no puede mirar dentro de Facebook. Facebook no puede mirar dentro de LinkedIn, etc.
  • El manejo de los datos privados por parte de gobiernos y grandes corporaciones. La agregación de datos personales en cantidades astronómicas. En general, la invasión a la privacidad.
  • La “guerra de las patentes”, que enfrenta a grandes compañías entre sí y también a grandes compañías con pequeños emprendedores, impidiendo nuevos desarrollos. Aunque esto en realidad es parte de la guerra que también incluye al copyright.
  • La ignorancia, sobre todo de quienes tienen poder político. Como dijo hace poco el CEO de Mozilla (la fundación que hace Firefox): “¿No entiende Internet? ¡Fuera del gobierno!”

Esto no pretende ser una lista completa ni perfecta, ni contener las mejores descripciones de los problemas. Es una enumeración rápida, para dejar asentado lo siguiente: la red que tenemos hasta ahora es frágil. Menos mal que, paradójicamente, no es fácil romperla.