Tengo dos razones para que este sea un libro especial:
1) Es el primer libro que leí en inglés.
2) Lo leí en la colimba.
Hice la colimba entre febrero de 1975 y abril de 1976 (empezada la dictadura). En esos catorce meses hubo varias etapas diferentes. Durante una parte del 75 me tocó el Distrito Militar San Martín, entre Ramos Mejía y Haedo, que por suerte ahora no existe. Mi rutina pasaba del baile matinal (la tortura matinal) a echar montones horribles de cera en el piso de la oficina del coronel.
En el medio tenía tiempo libre y poco de qué hablar con mis compañeros. Así que me escondí en un rincón (me acovaché, se decía) y emprendí a la aventura de leer una novela en inglés. La motivación era mucha (los libros que quería no se traducían o se traducían mal), lo que sabía del idioma no tanto. Tenía conmigo un diccionario inglés-castellano chico, como para salir del paso. Me acuerdo, por esas cosas raras de la cabeza, de un ejemplo de mi limitación: no sabía el significado de la palabra fork (en el sentido clásico, sencillito, de tenedor).
Me cuesta creer que fuera tan reciente We Can Build You, por entonces. Philip K. Dick estaba vivo, y le faltaba escribir algunos de sus mejores libros.
No sé cuánto entendí, pero fue poco. Cuando volví a leer la novela, años después, me resultó completamente nueva. O tal vez fue que ahora yo andaba libre.
El texto de la contratapa tiene un momento gracioso: “It’s a Philip K. Dick masterpiece of 1981, future thinking”, para indicar que estaba adelantado a su tiempo. Como si hoy dijéramos de una novela que parece de 2028. Pero a tanta distancia confunde.